"The autopsy (La autopsia)", tercera entrega de esa "Guillermo del Toro's Cabinet of Curiosities" que tanto me está gustando, es un segmento que prácticamente son dos películas en una, y por desgracia la segunda fagocita a la primera, haciendo que el conjunto se tambalee.
David Prior firma esta historia de parásitos extraterrestres, basada en un relato de Michael Shea, que comienza casi como si de un procedimental se tratase. Un sheriff local y un médico forense intentan desentrañar el misterio entorno a ciertas desapariciones muy extrañas y algunos cadáveres aún más extraños. Una parte de "The autopsy (La autopsia)" que queda absolutamente en la cuneta cuando entra en escena esa acción a la que hace alusión el título de la historia. Una segunda mitad muy jugosa y salvaje que bien podría haber sido el relato entero, ahorrándonos un metraje quizás en última instancia algo excesivo. Una parte final que entremezcla «Herbert West: Reanimador» con horror cósmico, y que me ha flipado. Pero el mal ya estaba hecho.

¡Santo cielo!
"Graveyard rats (Ratas de cementerio)" pasa directo a ser uno de mis segmentos favoritos de esta antología llamada "Guillermo del Toro's Cabinet of Curiosities". No digo el mejor porque me falta por ver prácticamente toda la serie, pero ojo.
Vincenzo Natali orquesta, en menos de cuarenta minutos además, al loro, una joyita monstruosa y creepy que me vería en bucle mil veces seguidas. Ese espíritu del Poe de «El enterramiento prematuro» se entremezcla con el juguetón Stephen King de «El último turno» —dos autores que exijo ver en una más que necesaria segunda temporada— sin dejar nunca de lado al autor del relato: Henry Kuttner.
En definitiva, este claustrofóbico descenso a las miserias humanas me ha sulibeyado.

Séptima aparición ya en pantalla grande (ejem) la que lleva a cabo nuestro cazador espacial por antonomasia en "Predator (La presa)". Una notable propuesta firmada por Dan Trachtenberg, en plan precuela de la "Depredador" (1987) de John McTierman, que habita bajo el lema: menos es más.
La esencia survival campestre de la de 1987 vuelve a la saga tras el paréntesis urbano que supuso la siempre a reivindicar "Predator" (2018) de Shane Black. Todo ello en un film que se desprende, en gran medida, de toda esa fastuosa pirotecnia sci-fi que siempre ha ido implícita en la saga tras la obra original. También abandona los rostros conocidos, por primera vez. Un par de jugosos gadgets que se unen al de ambientar la historia, no solo ya antes de la de Arnold, sino en una época tan atípica para estas tareas como es la de los indios nativos norteamericanos. La veda en ese aspecto se ha roto, aunque en "Predator (La presa)" de la impresión de que el Depredador viene a nuestro planeta por primera vez.
En fin, no accederá "Predator (La presa)" al top-3 de la franquicia, pero un diploma olímpico seguro que se lleva.

Pues esto se centra en el personaje interpretado por Geena Davis: una pobre muchacha que tiene tanta suerte con los tíos como Lex Luthor en lo que a acabar con Superman se refiere. En cero coma pasa de un pavo muy tóxico, en sentido figurado, y que además es su jefe, a otro hiper mega tóxico, solo que este en sentido literal, y que además vuelve a ser también su jefe. Lo dicho, hija. Hazte bollera y deja de enrollarte con tus superiores.
Fuera coñas, creo que no existen palabras aún, ni existirán nunca, para definir lo que me flipa "La mosca". Posiblemente mi película preferida de David Cronenberg. Ahí ahí con "Crash" (1996) seguramente anda, solo que la de 1986 me tira más por ser decididamente de terror.
El lado oscuro del superhéroe vuelve a interesarle al cineasta canadiense, dando como resultado el segundo abordaje a dicho asunto de Cronenberg tras "Scanners" (1981). Aquí se adaptaba remotamente una novela de George Langelaan, por cierto.
En definitiva, en mi viaje por gran parte de la obra de David Cronenberg estaba deseando volver a "La mosca", y ha sido catártico. Ahora toca marchar hacia "Inseparables" (1988).

"France" no es una mala película, es sencillamente una película fallida. Defecto que creo incluso peor.
Sé lo que nos quiere contar Bruno Dumont en esta especie de sátira sobre el periodismo del siglo XXI, pero no solo no entro en ello, sino que dudo bastante que logre transmitirlo al espectador.
En general lo que más le pierde son las formas. Escenas estiradas hasta la extenuación, o momentos reiterativos que desembocan en una duración excesiva; una realización del todo artificiosa; un adecuado tono que jamás se haya, tanto el general como el particular de determinadas escenas… En fin, "France" rebosa de una serie de extrañas decisiones solamente productivas en la mente de Dumont y que reman continuamente a contra corriente de la obra.
Si salvo de la quema total "France" es por Léa Seydoux, y ya. Pero cuanto más lo medito, menos pienso que merezca ser salvada. Así que, por su bien, aquí lo dejo.