Un alegre y emotivo regreso de la franquicia cuyo gran acierto es parecerse por momentos a la entrega original, manteniendo las distancias eso sí. Esas semejanzas residen en la construcción de la comedia como vía principal de la historia imbuida por el espíritu de las producciones juveniles de los años 80. A este humor que alcanza todas las edades se le une el género de misterio y acción que destacó en Cazafantasmas, si bien aquí no es tan sorprendente como antaño y el humor irónico del Bill Murray ochentero no se puede recuperar, esta tercera entrega dirigida por Jason Reitman (Juno) cumple las expectativas a pesar de no alcanzar el nivel del original.

Como digo, tras las cámaras se encuentra Jason Reitman, hijo del director de las dos primeras entregas de Cazafantasmas, Ivan Reitman. A pesar de ser un género que nunca ha tocado, Jason se desenvuelve bien en el género de la acción paranormal y aporta su toque más acompasado en ciertos momentos de la película, sin olvidar lo que es la franquicia. Además, pienso que era el director ideal para hacer este homenaje a toda la serie (obviando el fallido reboot de 2016) por puro conocimiento de todo lo que hubo antaño. Asimismo, el propio Reitman es el encargado del guión dando aún más continuidad a las historias originales. Es, por así decirlo, como si todo quedara en familia. La gran novedad es dar el protagonismo a un grupo joven, donde brilla con luz propia Mckenna Grace (Annabelle Vuelve a Casa) en un papel que homenajea a la perfección el personaje de Harod Ramis en las películas originales. A ella le acompañan Finn Wolfhard (Strangers Things), Carrie Coon (The Nest) o Paul Rudd (Ant-Man) como otro puntal cómico a destacar. A ellos se les unen, como punto final de función la presencia de los cazafantasmas originales Bill Murray, Dan Aykroid y Ernie Hudson.

Estos últimos hacen piña para dar el último impulso a una producción que destaca por su simpatía, frescura y guiños constantes a su legado. Una película que cierra como un gran homenaje a la saga y a sus creadores originales, sobre todo al desaparecido Harold Ramis.

Con un inicio muy prometedor, se presentaba esta Sword Art Online de cara al público. Mostrando una buena realización de personajes y fluida animación, la saga SAO nos narra la vida dentro de un juego MMORPG... a la fuerza. Sí, lo que parecía un juego se convierte en una lucha de supervivencia por parte de todos los que se conectan al juego y con esta premisa, los primeros episodios atrapan al espectador, pero con el paso del tiempo, el objetivo principal de la narración se va diluyendo y a veces se hace un poco pesada por la aparición desmedida de azúcar tierno, el amor descubierto pero que no es capaz de desarrollar mejor dentro de los límites de ese mundo, la falta de evolución y desarrollo de los personajes secundarios (algunos hasta se olvidan) y el salto que se produce a mitad de temporada, donde la otra historia de amor incestuosa es poco creíble.
A pesar de esos puntos negros, la pregunta que nos deja con la creación de estos mundos virtuales y su posible fusión con el individuo de la realidad tiene una compleja respuesta que sabe resolver con profesionalidad y acierto en un buen final. Lo malo es que para llegar hasta él tiene muchos recovecos en los que se pierde innecesariamente, quizás para alargar la temporada.
Atención: dirige Tomohiko Ito, director de la genial Desaparecido (Erased).

Premisa sencilla para película sencilla y director más allá de sencillo, tirando a ramplón del montón. Es difícil clasificarla: secuestros, policial, thriller, sobrenatural.... Y con tanto batiburrillo de géneros, cóctel de setas no apto para el más temerario, al director Rusnak (dudo que pase a la historia por su trabajo, aunque sí por ese apellido tan bizarro) parece ser que tal amalgama le sobrepasa y no sabe qué hacer con lo que tiene, que no es mucho, para dotar al guión con algo de vida, aunque tampoco es que el guión sea como el de Origen. Lo más chulo es que como quiere ser original, en lugar de meter las típicas cortinillas entre acto y acto, mete imágenes de naturaleza y animales salvajes, quizás para darle imágenes poderosas (las mejores) a la cinta, puesto que de su imaginación tampoco es capaz de crear algo espectacular. Su mejor opción sería, para salvar los muebles de esta película, haber contratado a tiempo parcial a Doraemon, para ponerle algo de ingenio al largometraje. Sin embargo, todo pasa sin pena ni gloria, y lo que es sobrenatural se supone que está ahí, insinuando su presencia.
Lo mejor de todo esto es Jon Voight, que está muy sobrio en su papel de líder de reparto, intentando mejorar al resto del cast (muy flojitos en líneas generales). Imagino que Voight estaría aburrido cuando le ofrecieron este papel y se decidió a hacerlo para matar el tiempo. Pero no sé si el tiempo le mata, o es él quien quiere que lo maten.

Me sorprende ver que está siendo machacada esta última entrega de Parque Jurásico y la verdad que es un poco incomprensible, porque es una película muy palomitera, muy entretenida y que contiene un puñado de escenas muy espectaculares, además de contar con un buen componente nostálgico con la recuperación de viejos conocidos.

En general, y en mi caso, fui con expectativas tirando a bajas y al salir del cine me pareció mejor que la anterior entrega. Es evidente que copia de otras entregas, pero el exponente de aventuras y acción aquí está muy agudizado, con una de las mejores persecuciones que he visto en cines en los últimos años y el componente de emoción más elevado de las últimas entregas. Creo que la inclusión de los personajes clásicos le da un plus a la trama y para nada parece forzada su presencia: cada uno tiene su razón de ser en la historia y son necesarios para acabarla. Así, la plétora de estrellas aumenta considerablemente uniendo a Chris Pratt (Guardianes de la Galaxia), Bryce Dallas Howard (El Bosque), Omar Sy (Intocable) o Justice Smith (Detective Pikachu) a los veteranos iconos de la primera entrega Laura Dern (Historia de un Matrimonio), Sam Neill (Calma Total) o Jeff Goldblum (La Mosca). Con el componente nostálgico sabe jugar Colin Trevorrow (Jurassic World), que dirige muy bien las escenas de acción y sabe dotar de naturalidad a sus actores (muy fácil con el estupendo Goldblum, siempre como pez en el agua).

En definitiva, como cine de entretenimiento cumple con creces, pero es capaz de ofrecer emoción con un buen cast, agradecido de volver para despedirse de los dinosaurios que les dieron fama. Una película que tiene sus fallos, pero que son compensados por una trama interesante aunque sencilla, una acción sobresaliente llena de escenas dignas de recordar (la persecución por las calles de La Valetta en Malta) o el mensaje ecológico que nos deja de cara al futuro. Lo cierto es que como blockbuster cumple con creces. Una película que es espectacular y digna de ver, a pesar de lo que digan muchos.

Una serie que destaca por ser muy entretenida, provocando que sus 6 episodios vuelen como un halcón. Además, cuenta con el atractivo aliciente de que pasa por ser navideña y se entrega a ello. Hay películas navideñas y hay series navideñas. Ojo de Halcón tiene el encanto de encuadrarse en esa categoría. Aún así, que tenga ese aspecto de fiestas de natal no le quita un ápice a la acción que se desempeña en cada episodio, dotando a la producción de Disney de un componente de diversión ligero y fácilmente digerible. Además, cuenta con la versión más profunda del personaje de Jeremy Renner (La Gran Estafa Americana) vista en pantalla. Se le hace justicia, pues, con esta serie dinámica que nos da lo que Ojo de Halcón puede hacer: alguien más humano que sus compañeros Vengadores, de perfil bajo (como él mismo se considera en el primer episodio) y que busca pasar desapercibido.

El novato director Jonathan Igla, a la postre guionista de la serie, nos muestra con esta serie la humanidad de un personaje sencillo con problemas mundanos como conciliar la vida de héroe con la familia, el dinero y... las lesiones. A él se le une una impulsiva y optimista Kate Bishop, interpretada por una carismática Hailee Steinfeld (Bumblebee). Es en los momentos en que ambos comparten pantalla cuando la serie se dispara en diversión y humor, y se produce una especie de relación fraternal que parece recuperar el personaje de Ojo de Halcón. El reparto no se queda aquí y vemos a la siempre estupenda Vera Farmiga (Expediente Warren) con momentos enigmáticos, el regreso de Florence Pugh (Viuda Negra), el mexicano Tony Dalton (Matando Cabos) dando carisma a su misterioso personaje y la vuelta de Vincent D´Onofrio (La Celda) que en poco tiempo en pantalla nos demuestra que sigue siendo brutal en ese rol.

Por lo general, Ojo de Halcón es una serie recomendable, con guiños, con la misteriosa aparición del perro, con acción, con encanto (hasta en los malos lo hay e incluso en el nombre de la banda: los chandaleros) y que puede causar tendencia a partir de ahora provocando a mucha gente volver a visualizarla en las Navidades futuras. La incógnita es averiguar hacia dónde nos llevará el personaje ahora: ¿cine o nueva serie?