Rob Zombie nos sorprendió a todos con un interesante remake de Halloween hace unos años. No es que se tratase de una mejor película que el clásico original, pero se adentraba en un universo diferente al tratar de dibujar la figura de Michael Myers; algo que va un poco en contra de lo que es el slasher en sí, pero que en la actualidad sonaba interesante. Y funcionó.

Sin embargo en esta secuela todo cambia. Al querer navegar más sobre la consciencia y psique del asesino Zombie se deja ir por la forma plástica y deja un resultado confuso y algo plano. Es interesante que lo intente, pero se queda a medio gas (curiosamente todo lo contrario que le sucede en Lords of Salem, que desaprovecha su capacidad visual).

Por otro lado Myers va dando saltos de una lado a otro y casi parece que él y la protagonista están en dos películas totalmente diferente que repentinamente se cruzan al final, sin mucho sentido.

Por otro lado, el querer homenajear al clásico usando puntos de vista imposibles (detrás de una vaya, desde un hueco en la pared, etc), no tiene mucho sentido, sobretodo por el momento en el que aparecen. Podrían añadir tensión, sino se usasen en una simple conversación de personajes.

Una secuela algo fallida.