Lo cierto es que esta película puede ser confusa. Confusa en su planteamiento, puesto que los hechos que nos cuentan, no ocurrieron tal y como nos narra magistralmente Javier Fesser. Es algo que suele pasar en una película basada en hechos reales. Muchas personas suelen ver en ello, una ofensa o pueden sentirse engallados olvidando el tratamiento de ficción que descaradamente ha otorgado Fesser a la cinta. Pues sí, Camino es ante todo una película. Una buena película. Y como película, el director y guionista pueden jugar a su antojo en el devenir de la historia y en la creación de cuantos hechos ficticios o no, puedan contribuir al avance de esta. Y no creo que con ello Fesser haya injuriado, ni haya cometido las barbaridades que hasta mis oídos han llegado.


La película consigue mantenerse fresca durante todo el metraje. Y en una historia donde ya conoces el final considero que no es fácil. Fesser ha montado un excelente guión, repleto de grandes escenas y juegos (el uso que da al nombre de Jesús me parece de una gran inteligencia). Hace un talentoso uso de ciertas situaciones sobreponiendo la historia del teatro y la agonía personal de esa bella y sorprendente actriz llamada Nerea Camacho.

Hacía tiempo que no me revolvía tanto en una butaca. Hacía tiempo que no veía un elenco de actores donde cada personaje conseguía su objetivo. Sorprendente, la vitalidad que nos traspasa Nerea, el peligroso fanatismo religioso de ciertos personajes, las dudas, temores y dolor del inmenso Mariano Venancio. O la mirada-espejo de Manuela Vellés, una actriz que en cada nuevo registro me deslumbra con una naturalidad y desparpajo nada corrientes.

“Camino” tiene fallos (spoiler), pero Fesser ha hecho una gran película donde casi siempre ha sabido poner las justas dosis de humanidad y fantasía. 7,5