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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
10
Romance. Drama Nueva York, años 50. Therese Belivet (Rooney Mara), una joven dependienta de una tienda de Manhattan que sueña con una vida mejor, conoce un día a Carol Aird (Cate Blanchett), una mujer elegante y sofisticada que se encuentra atrapada en un matrimonio infeliz. Entre ellas surge una atracción inmediata, cada vez más intensa y profunda, que cambiará sus vidas para siempre. (FILMAFFINITY)
16 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debajo de la impecable pátina de estilo de Carol; más allá de sus posibles lecturas sociales y sexuales; a través de su estudio de personajes; dejando atrás todo eso, o más bien, alimentándose de ello, la película Carol es, básicamente, una exposición de lo que le ocurre a las personas cuando están enamoradas. Aquí son Carol y Thèrese, pero la universalidad de ese sentimiento, el amor, es tan implacable como inabarcable es el efecto que tiene en esas dos mujeres, en todos nosotros.

Ver Carol es algo que se parece bastante, muchísimo, a lo que se siente cuando se está enamorado. El guión, los actores, el director y la fotografía, consiguen hacer que cualquiera sienta ese confuso, luminoso, contradictorio, doloroso y pleno viaje que el personaje de Rooney Mara, Thèrese, hace en los meses que abarca el film. Carol es su primer amor, y como tal, la fascinación que le provoca es tan grande como doloroso es ese amor cuando falla. Y por eso en el metrase Thèrese crece, madura, aprende, y llega a conocerse más gracias a haber vivido el amor. Rooney Mara presta su silenciosa belleza a Thèrese, con la mirada limpia, y una claridad tan pura en sus sentimientos que es inevitable recordar todo lo que ese primer amor nos hizo a todos.

Carol, con el rostro de Cate Blanchett, en cambio y a pesar de las convenciones y restricciones de la época, es una mujer que ya ha tomado elecciones, y que sabe todo lo que puede perder. El amor por tanto es peligroso, pero sigue siendo inevitable, y aún así, ¿cómo evitar esa plenitud que hacen sentir los ojos o las caricias de Thèrese? ¿Cómo renunciar a esa felicidad? Y en la exhuberante y elegante belleza de Blanchett, en la maestría con la que maneja cada matiz de esa mujer, atisbamos las grietas de esa vida imperfecta, de ese sueño eterno, y del callejón sin salida que es su corazón.

Carol está basada en momentos, en mínimas expresiones, en un espionaje intimista como el que Todd Haynes ya hizo con su Mildred Pierce. Sus mujeres son mujeres expuestas en un mundo tan frágil como el cristal a través del que las vemos. Pero la intimidad en la que irrumpimos parece ajena al mundo, propiedad solo de aquellos que están amando, preciado tesoro de las dos soledades que se convierten de pronto, aunque no existan accidentes, en eso innombrable que es el vínculo entre dos amantes.

Se podría hacer una interminable lista de las virtudes de Carol: su textura y el color en la imagen, su vestuario (tan significativo), su sensible banda sonora, sus actores, todos y cada uno, la energía y el ritmo sostenido de toda su historia, profundo conocimiento y respeto de su director por lo que está contando... No terminaría nunca. Pero lo más importante es, sin ninguna duda, esa extraña y misteriosa sensación que consigue despertar en el espectador. Enamorarse de nuevo, en una sala de cine. Ser consciente de todo lo que cuesta amar y ser amado. Pero siempre guardar esa esquina de esperanza, la posibilidad de que todo lo que ocurrió sea un recuerdo, y que ese recuerdo alimente el futuro. Esa mirada y plano final que ha dicho todo lo que ocurrirá sin decir nada.

Carol es una obra maestra. Es difícil argumentar por qué. Pero es tan emocionante contemplarla, que basta un parpadeo de Mara o Blanchett para saber que vamos a asistir a un viaje especial. Un viaje que todos hemos vivido. Y que podemos revivir eternamente gracias a que una película como esta exista.
jaly
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