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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
6
Drama A finales de los años sesenta, el doctor Malcolm Sayer (Robin Williams), un neurólogo neoyorquino, decide utilizar un medicamento nuevo para tratar a sus pacientes de encefalitis letárgica, enfermedad que priva de las facultades motoras a las personas que la padecen hasta reducirlas a un estado vegetativo. Poco a poco empezará a manifestarse cierta mejoría en los pacientes, especialmente en Leonard Lowe (Robert de Niro). (FILMAFFINITY)
11 de noviembre de 2011
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
No podemos decir, honestamente, que Penny Marshall sea una maestra de la sutileza. En los tiempos en que se rodó Despertares, un par de películas suyas triunfaron también (Big y Ellas dan el Golpe), y eso provocó que alguien la pusiera al frente de esta cinta, una decisión errónea pero que se tradujo con un nuevo éxito de público y de crítica, que sin lugar a dudas sobrevaloró un poco Despertares .

Y puede decirse esto, además de por el desarrollo posterior de la carrera de su realizadora, porque el indudable interés de la historia real que cuenta nunca llega a convertirse en algo verdaderamente extraordinario cinematográficamente, cuando los hechos que tuvieron lugar fueron un verdadero hito en la historia de la medicina. El desarrollo de Despertares es, por una alarmante falta de riesgo típica de los melodramas hollywoodienses de los ochenta, plúmbeo, monótono y con cierta tendencia a la sensiblería.

Pero Despertares no es una mala película, ni mucho menos. Y eso es porque el guión cuenta, como decía, una historia que merece la pena ser contada, con una carga emotiva, científica y humana irreprochable. Y el autor es, nada más y nada menos, que Steven Zaillian (La lista de Shindler, Gangs of New York).

No obstante, si Despertares es recordada por algo, es por la labor de su pareja protagonista. Dos actores de método puro que en ese momento se encontraban en la cuesta de la ola de su carrera y que en Despertares son el verdadero motor de la historia. Robin Williams y Robert De Niro, crean, con una humanidad y una compasión que tira de espaldas, las dos caras del espejo de la aislación social. Dos hombres enfrentados a sus soledades por causas muy distintas, y unidos de por vida por el afán último de curarse, mutuamente, aunque ambos no lo sepan. Sus caracterizaciones, o creaciones, matizadas, sensibles y emocionantes, son dos ejemplos perfectos de la importancia, la potencia y la sabiduría que puede demostrar un actor que cree en su trabajo, y que lo hace para entretener, pero también con razones más elevadas, puras, e importantes.
jaly
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