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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
8
Drama El objetivo de Andrew Neiman (Miles Teller), un joven y ambicioso baterista de jazz, es triunfar en el elitista Conservatorio de Música de la Costa Este. Marcado por el fracaso de la carrera literaria de su padre, Andrew alberga sueños de grandeza. Terence Fletcher (J.K. Simmons), un profesor conocido tanto por su talento como por sus rigurosos métodos de enseñanza, dirige el mejor conjunto de jazz del Conservatorio. Cuando Fletcher ... [+]
2 de febrero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que hace grande a Whiplash es su tempo. Es difícil poner imágenes a una melodía, pero no para acompañarla, sino para transformar esa música en algo visual. Whiplash consigue que sus imágenes, su ritmo, su historia, parezcan en sí mismas una pieza de Jazz, que la música que sale de los instrumentos que vemos en pantalla, se convierta, por obra de un montaje y un estilo de la cámara particular, en una melodía visual. En ese sentido, Whiplash es una vuelta de tuerca a lo que se supone que debería ser un musical en el cine.

Además de eso, lo que hace grande a Whiplash es la tensión de esas imágenes. La historia es sencilla y no parece nada nuevo: habla de la desaforada ambición de un joven que quiere ser el mejor con su arte; y de su enfrentamiento directo con un rígido y extremo profesor. Pero en todo el metraje de Whiplash se respira tal tensión, que la película se convierte de forma inesperada en un eléctrico thriller psicológico, en un verdadero duelo regado de sangre entre los dos antagonistas.

Por supuesto, lo que hace grande a Whiplash son sus dos actores, dos energizadas y sublimadas interpretaciones que habitan con garra el profundo desasosiego de la historia. Hay veces que duele ver como Miles Teller se arroja a su batería, hay veces que parece que va a desintegrarse entre las notas y las baquetas, hay veces que es difícil mirar impávido el torrente emocional en el que se zambulle. Por otra parte, parece difícil que J.K. Simmons imponga más con su presencia, sea más terrible y más carismático, más voraz y más atroz. Parece difícil que con un personaje que parece una bestia, sea capaz de emocionar. Pero lo hace.

Y si tuviera que añadir una cosa más que hace grande a Whiplash sería su final, los últimos 10-15 minutos. No es algo que se pueda contar con palabras, por que se trata de algo sensorial, pero en esos minutos, música, montaje, imagen y actores, consiguen algo muy difícil de conseguir en el cine: que cuando llega el fundido a negro, todos los espectadores queramos levantarnos de la butaca y aplaudir hasta que sangren nuestras manos, como lo han hecho las de los artistas que han hecho Whiplash.
jaly
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