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Voto de Rick Blaine:
10
8,1
121.491
Drama
Para sobrellevar el insomnio crónico que sufre desde su regreso de Vietnam, Travis Bickle (Robert De Niro) trabaja como taxista nocturno en Nueva York. Es un hombre insociable que apenas tiene contacto con los demás, se pasa los días en el cine y vive prendado de Betsy (Cybill Shepherd), una atractiva rubia que trabaja como voluntaria en una campaña política. Pero lo que realmente obsesiona a Travis es comprobar cómo la violencia, la ... [+]
26 de mayo de 2011
30 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
- Hola, me lleva hasta el final de la crítica, por favor.
-Bien.
- ...
- ...
- Pues ya tenía ganas de pillar su taxi, Travis.
- ¿?
- Sí, hombre, verá, en realidad me habré montado en él unas ¿diez, doce veces? pero nunca así como esta noche, conversando con usted por arte del recurso literario y de mi imaginación que me trae a este espacio, porque, además, tantísimos taxis que yo he cogido, Travis, entablando conversación con el chófer sobre su historia, del semen pegado a los asientos acartonados, del humo brotando del asfalto y de los caretos del personal que deambula por la calle, de esa forma de mirar suya, de las putas, de la polít...
- Oiga mire...
- No hombre, déjeme seguir que esta oportunidad no sé si mi cerebro podrá reproducirla; yo tan sólo quería transmitirle mi admiración por su manera de conducir, por su manera de conducir la historia, esa parsimonia embadurnada de ira, dolor y necesidad. Mire, perdone ¿podría poner a Herrman mientras hablámos? Sería la ostia, claro.
- No, de verdad ¿me está hablando a mí? Mire, son veinte pavos, amigo.
-Bien.
- ...
- ...
- Pues ya tenía ganas de pillar su taxi, Travis.
- ¿?
- Sí, hombre, verá, en realidad me habré montado en él unas ¿diez, doce veces? pero nunca así como esta noche, conversando con usted por arte del recurso literario y de mi imaginación que me trae a este espacio, porque, además, tantísimos taxis que yo he cogido, Travis, entablando conversación con el chófer sobre su historia, del semen pegado a los asientos acartonados, del humo brotando del asfalto y de los caretos del personal que deambula por la calle, de esa forma de mirar suya, de las putas, de la polít...
- Oiga mire...
- No hombre, déjeme seguir que esta oportunidad no sé si mi cerebro podrá reproducirla; yo tan sólo quería transmitirle mi admiración por su manera de conducir, por su manera de conducir la historia, esa parsimonia embadurnada de ira, dolor y necesidad. Mire, perdone ¿podría poner a Herrman mientras hablámos? Sería la ostia, claro.
- No, de verdad ¿me está hablando a mí? Mire, son veinte pavos, amigo.