Ser un director talentoso no comporta que puedas jugar con cualquier elemento de cualquier manera y elevarlo a la categoría de arte. En este sentido, los saltos en el vacío y las luchas imposibles con arma blanca son un material sensible, que si ha de servir de argamasa de una película, requiere de la máxima precisión y acierto en su uso. Yimou, cuando hizo "Hero" se propuso introducirlos a mansalva y montarlos en una película de vocación poética. Y lo que le salió una obra reiterativa, lastrada por sus excesos coreográficos y que por pretender hacer algo distinto acabo resultando muy pretenciosa.

A pesar de que el trabajo gustó, parece que nuestro director es sabio y con "La casa de las dagas voladoras" llegaron las rectificaciones. La acción se aplicó en dosis mucho más moderadas, así como menos prolongadas, y quedó mejor relegada a una historia de cierta épica. También fue objeto de un trato más cuidadoso. El resultado fue una película más ágil, con menos aspiraciones pero mejor acabada y más redonda en su propósito.

Pues todo esto para decir que "La casa de las dagas voladoras" es una pélícula que está bien, que se ve con gusto y que aunque ofrece algunas dudas, es convincente en casi todos sus aspectos. Los excesos de la fórmula de los malabares imposibles son bien canalizados aquí hacia una historia de amores y heroicidades, que creo que resulta convincente y ciertamente más amena que su predecesora "Hero". También el juego de colores cinematográficos se sitúa un paso por delante de la mencionada y es por todo ello que éste me parece un trabajo interesante y satisfactorio, así como altamente recomendable.