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España España · villanueva de la serena
Voto de niñochico:
7
Documental De la mano de los tres verdugos -"ejecutores de setencias"- existentes en la España de los primeros años setenta, se explora una zona particulamente oscura de la Dictadura. Más allá del alegato contra la pena capital, la película indaga en la historia personal de los tres protagonistas y sus maneras de entender el oficio que desempeñan, de los ajusticiados por ellos en el garrote vil y de sus virtudes, de los crímenes que se castigan, ... [+]
4 de febrero de 2013
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales de los sesenta, en la recta final de la dictadura, apareció una generación de jóvenes directores, como Basilio Martín Patino, que se encargaron de mostrarnos-a pesar de la censura-la realidad de la España fascista, muy alejada de las idealizaciones de Cine de Barrio o Cuéntame.
Martín Patino nos lleva a las mismas entrañas del franquismo poniendo la cámara delante de tres de los últimos verdugos del sistema, unos pobres diablos encargados de ejecutar las órdenes de muerte, que sustentaron el estado de sangre y terror impuesto por Franco (con la inestimable ayuda de la Iglesia y las élites económicas). Los estremecedores testimonios de estos paisanos son el reflejo de una sociedad que aún en los setenta vivía un profundo anquilosamiento y atraso. Estos verdugos ponen la voz (de difícil dicción) a una época deprimida, de eso que se ha venido a llamar la España Negra, tan oscura como las crónicas que aparecen en la película repasando los crímenes de aquella época de miseria (Importante que quede en la memoria de nostálgicos franquistas y demás fauna filofascista). Pero al fin y al cabo, como decía Fermín Muguruza, el torturador (en este caso verdugo) no es más que un burócrata armado que pierde su empleo si no cumple con eficacia su tarea (eso y nada más que eso) y los verdaderos culpables de esas muertes habría que buscarlos en los despachos. Los auténticos responsables no eran estos querídisimos verdugos sino gente con poder para firmar sentencias de muerte, gente como Fraga que de fascistas se transformaron de la noche a la mañana en demócratas. Esos son los que como decían en otras críticas no aparecen en el documental. Aunque no creo que esto fuese por una cuestión de valentía del director, pues ya es difícil denunciar ahora tal cosa, como para hacerlo en aquel momento. En ese sentido no creo que sea justo restarle mérito a Martín Patino, es más hay que recordar que la película no pudo ser estrenada hasta después de muerto Franco. Aunque sí que quizás se hubiese podido pedir una mayor contextualización, que hubiese hecho menos reiterativo y más atinado el documental. A pesar de esto no hay duda de que estamos ante un valioso documento e interesante alegato contra la tiranía y la pena de muerte.
niñochico
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