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España España · Barcelona
Voto de Alina_Cat:
7
Thriller. Intriga Ambientada en el mundo de la psicofarmacología, ciencia que estudia cómo afectan las drogas a la mente humana. Emily (Rooney Mara) es una joven que se vuelve adicta a un nuevo medicamento que le receta su psiquiatra (Jude Law) para que pueda controlar su ansiedad ante la inminente salida de la cárcel de su marido (Channing Tatum). (FILMAFFINITY)
12 de junio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya ha pasado más de una década desde los éxitos cosechados con Erin Brockovich, Traffic y Ocean’s Eleven. Y Steven Soderbergh, con un Óscar al Mejor Director en el estante, ha dejado de pisar ese terreno firme que lo conduce a la candidatura de tantos premios de cine como se entregan. En los últimos tiempos, ha optado por moverse en un campo más resbaladizo: el de lo psicológico. Ya lo hizo en Contagio. Y Efectos secundarios, un thriller hitchconiano de la mano del mismo guionista, Scott Z. Burns, transita también un terreno pantanoso.

La película presenta el trastorno depresivo de la joven Emily (Rooney Mara) que, tras un intento de suicidio, acude a la consulta de un prestigioso psiquiatra, el doctor Jonathan Banks (Jude Law). Después de probar distintos tratamientos, y por recomendación de Victoria Siebert (Catherine Zeta Jones), la anterior doctora de Emily, el doctor Banks empieza a suministrarle un nuevo fármaco que ha salido al mercado.

Pese a los fuertes efectos secundarios del ansiolítico, Banks y Emily optan por seguir con la medicación, que le permite volver a hacer vida normal con su marido Martin (Channing Tatum). Sin embargo, esta decisión desembocará en un suceso que los arrastra a un callejón sin salida y en el que es casi imposible discernir la inocencia y culpabilidad de ninguno de los dos.

Así, y con un reparto familiar para Sodenbergh (Jude Law ya aparecía en Contagio, Catherine Zeta Jones en Traffic), arranca una historia rocambolesca bordada de intriga, mentiras, pastillas y sexo. Los actores, a excepción de una exageradamente caracterizada Zeta Jones, encarnan personajes completamente redondos y nada simplistas. Destaca especialmente la imprevisibilidad de Mara y Law, quienes convierten las apariencias en los hilos que tejen todo el largometraje.

La trama de Efectos secundarios es una espada de doble filo. Por una parte, está llena de detalles y guiños que mantienen la atención de principio a fin. Por otra, es tan intrincada que, hacia el final, roza la inverosimilitud y complica aún más el juicio. No hay un solo giro argumental: hay varios. A cada cual más retorcido. Por eso es una película para ver sólo una vez (casi es mejor no saber nada antes) pero que precisa una segunda visión.

La película, de música discreta y cargada de medios y primeros planos, es un cóctel sobre la avaricia humana, la industria farmacéutica, la praxis médica y toda la fragilidad que envuelve la relación médico paciente. Un film con el que muchos pueden sentirse identificados por su rabiosa actualidad pero que recoge un juicio ambiguo: lo que parece una potente crítica a la industria farmacéutica y a la costumbre de combatir trastornos psicológicos con fármacos, se torna en un convencional e inofensivo largometraje que puede dejar, a más de uno, el amargo sabor de la insatisfacción, del final que hace que decaiga el conjunto. Esta es la última receta del doctor Soderbergh: todo un narcótico para la intriga. Al final, los efectos secundarios.
Alina_Cat
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