La película mantiene al espectador en ascuas por ver si los sueños y las fantasía de esta anciana se cumplen en realidad. Su vida ha transcurrido entre el cuidado de su anciana madre y la oficina que lleva lustros realizando la misma tarea. Ahora se le ha cruzado en el ascensor un tío joven y "buenorro" que le ha dejado encandilada. Su contacto le ha estremecido. No puede reprimir sus ilusiones de conocerlo y por qué no, si se deja, llevárselo a la cama. Para ello, con ayuda de una nieta de su amiga, consigue abrir una falsa cuenta en Facebook con una imagen de portada de una rubia despampanante y un nombre inventado, Solo falta colocar el anzuelo y pedir una invitación en el enlace del chico. Éste no tarda en aceptarla. Esto hace que investigue en su cuenta y sepa de los gustos de éste, lo cual hace que ella se interese también por sus estas aficiones y coincidan juntos, qué casualidad, en conciertos. Mientras, hay voces de amigas que le dicen que eso es una salvajada que lo deje estar y no se haga ilusiones vanas porque la que perderá más es ella, pues el desengaño final puede ser doloroso. Con todo esto, se decide otra cuestión: la presión de su hermana para que abandone una casa que ya no es solo suya sino una herencia. Nadie dijo nada antes cuando había que cuidar a la madre. Ahora el tiempo apremia. Los buitres herederos están colgados de la repisa para llevarse los bienes materiales.
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