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España España · Salamanca
Voto de La Maga:
6
Romance. Drama Años veinte. Kitty (Naomi Watts) es una joven inglesa de la alta sociedad que, para huir de un ambiente familiar opresivo, se casa con Walter (Edward Norton), un prometedor médico. El matrimonio se traslada a Shangai, donde Kitty tiene una aventura con un norteamericano (Liev Schreiber). Cuando Walter descubre la infidelidad de su esposa, decide trasladarse con ella a una de las regiones más remotas de China, para intentar luchar contra ... [+]
10 de marzo de 2007
31 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque su literatura ya no esté de moda, William Somerset Maugham ha sido adaptado al cine en numerosas ocasiones, sobre todo durante la segunda mitad de siglo. Las más reseñables: Cautivo del deseo (1934), Luz en el alma (1944), la espléndida El filo de la navaja (1946), de Edmund Goulding, o las más recientes El misterio de la villa (2000) y Conociendo a Julia (2004), con una enorme Annete Bening. La experiencia del escritor británico, médico en barrios bajos, oficial de inteligencia en la I GM, incansable viajero por Extremo Oriente y Pacífico, y minucioso retratista de mujeres enfrentadas a rígidas estructuras, despertó el interés de Edward Norton (siete años detrás del proyecto), que tal vez viera en la novela una posibilidad de repetir la exitosa fórmula del romanticismo exótico: Pasaje a la India (1984), Memorias de África (1985), El paciente inglés (1996)…

Para ello, se alió con la química de cinco elementos imprescindibles, y a la postre, definitorios, en el resultado de este tipo de películas: una compañera, Naomi Watts, que emula con suma facilidad la metamorfosis de viejas heroínas (hay que apartar el velo pintado para poder observar lo que hay detrás con otros ojos); un competidor de peso, Liev Schreiber, cada vez más asentado como sólido secundario, y próximo protagonista, junto a Javier Bardem, de la adaptación de la novela de Gabriel García Márquez El amor en los tiempos del cólera; un compositor como Alexandre Desplat (ganador del Globo de Oro con esta banda sonora), capaz de remarcar la paisajística fotografía de Stuart Dryburgh (El piano); un guionista, Ron Nyswaner (Philadelphia) , como suele ser habitual en él, con el que pudiera reescribir el guión tantas veces como quisiera; y un director, John Curran, que como ya demostrara en Ya no somos dos (2004), es un especialista a la hora de explorar la crueldad emocional y retratar sus consecuencias sin posicionarse.

Con todo esto, uno se pregunta, entonces, qué provoca que El velo pintado no aproveche del todo su tremendo potencial clásico. La desconexión entre sus dos tramas: la capacidad del ser humano para perdonar pese al daño que le han causado, y la intromisión de Occidente en países extranjeros no casan satisfactoriamente, parecen pertenecer a diferentes películas. La melancolía que surge del trasfondo político, bíblico y moral es predecible, nos distancia en vez de embelesarnos, y ésta es la mayor herida de unos personajes que deben alejarse de su contexto social para que sus problemas y disparidad de miras adquieran otra perspectiva.
La Maga
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