Es curioso ver cómo la película se confirma en su atmósfera estridente con menos diálogo del que se esperaría, siendo lo más presente el tono misterioso empleado en todo su metraje. Su guion, así como su argumento, parece no comportarse con la seriedad que influiría eficazmente en su credibilidad, pero realmente, aunque pareciera una simple película de Serie B con pocas pretensiones de formalizarse como una gran película de terror, sí parece homenajear dignamente otras películas del subgénero a la hora de tratar los matices religiosos y demoníacos.

Otro aspecto a tener en cuenta es el empleo del plano detalle con reminiscencias al "slasher" acometido ya en su nacimiento como subgénero en "La noche de Halloween" (1978). La coyuntura entre religión y ciencia es un componente interesante que mantiene una intriga por parte del espectador y así se fomenta un visionado no tan plano ni monótono, con la intención de avivar un suspense al puro estilo "carpenteriano", donde lo que más prima en todo momento es el miedo al más allá, a lo sobrenatural y al deseo de poder entender ese enfoque tanto desde el punto de vista religioso pero también empírico.

En su totalidad tiene un perfil de ejercicio cinematográfico más que de obra artística, su voluntad se asemeja a querer revitalizar el subgénero con otro tipo de horror contemplado en el historial de películas autorales del género con un divertimento correcto que se manifestaría con el paso de los años como película de culto.