Tengo que decir dos cosas.
La primera: A los americanos (la película es británica pero eso no la diferencia mucho) todavía no les llega con la caída del muro de Berlín, que tienen que seguir dale que te pego con la URSS cuando el señor Kissinger se fue de rositas y con un Nobel en lugar de pagar por derrocar democracias y poner dictaduras en Latinoamérica. Según palabras del director no se trataba de un film político sino de aventuras dada la perspectiva actual, transcurridos 60 años. Yo estaría de acuerdo con eso si se suprimiera el horrible epílogo final (totalmente innecesario) y algunas otras cosas. En una película como ésta, que en teoría no tiene ningún afán de denuncia, la libertad debería ser simplemente la fuerza motriz del relato, el punto de partida de la aventura.
La segunda: A pesar de lo vertido anteriormente, debo decir que me gustó y me divirtió en todo momento y que va siendo hora de que se le reconozca a Peter Weir como el gran director que es, pues es de los pocos en la actualidad que hacen una peli tan buena como la anterior y siendo taquilleros a la vez. Posiblemente si la academia no premia alguno de sus films, sí acabe haciéndolo al conjunto de su carrera con un Oscar honorífico.