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España España · madrid
Voto de elías:
8
Romance. Drama Nueva York, años 50. Therese Belivet (Rooney Mara), una joven dependienta de una tienda de Manhattan que sueña con una vida mejor, conoce un día a Carol Aird (Cate Blanchett), una mujer elegante y sofisticada que se encuentra atrapada en un matrimonio infeliz. Entre ellas surge una atracción inmediata, cada vez más intensa y profunda, que cambiará sus vidas para siempre. (FILMAFFINITY)
26 de febrero de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bajo la nieve de la Nueva York de los años 50, la joven Therese Belivet ejerce como dependienta de una de las más selectas jugueterías del corazón de Manhattan. Sin grandes emociones alrededor de su vida, parece encauzada hacia un equilibrio de lo más gris. Un orden que se verá revuelto un buen día gracias a la aparición repentina de la cautivadora Carol Aird frente a su mostrador.
De una ejecución intachable, este drama a cuenta del refinado director Todd Haynes no se queda solamente en ofrecer, tal y como aseguran muchos, un fresco sucedáneo del cine dorado de Douglas Sirk. Al menos no de aquella forma tan clara con la que ya este mismo cineasta había invocado al maestro del melodrama en algún trabajo anterior como fue “Lejos del cielo”. Aquí lo que predomina es una certera adaptación de Patricia Highsmith, con toda la elegancia que esto conlleva. Su hábitat está en el terreno de lo delicado, fundamentalmente.
Bien es cierto que “Carol” despega con una actitud académica fría, casi tanto como la propia navidad en la Gran Manzana. Sin embargo, se caldea la temperatura conforme las secuencias avanzan y el espectador se introduce en la valiente historia de amor que crece entre estas dos mujeres. Naturalmente, una propuesta como la presente no va a olvidarse de lo ético ni de lo social. En este caso, sus buenas intenciones funcionan en pro de la emoción. Con un acabado distinguido y rebosante de belleza, cuando más brillo irradia la película es durante las escenas en las que, por medio de la mirada sabia del realizador y de la capa de ensueño en la que están bañadas ciertas imágenes, los dos personajes escapan de las tristes circunstancias que frenan a ambas. Uno de los mayores éxitos de esta película reside en cómo Haynes traslada a la pantalla ese encantamiento perceptivo. Sobre todo, a lo largo de la pequeña road movie que el guión atesora en sus entrañas.
Las correspondientes intérpretes entregan, por supuesto, dos trabajos de altura. Son ellas las que, al calor del romance narrado, se encargan de añadir en más de una ocasión el sentimiento necesario a la perfección formal en la que se sustenta esta obra. Ahora bien, merece una mención especial la composición de Cate Blanchett, pues en este título se muestra más pletórica que nunca. Sin desdeñar la mano de Rooney Mara, la australiana se erige como una artista majestuosa a la que le basta un solo parpadeo para esbozar todo un mar de matices.
Y, por si fuera poco todo esto, falta todavía un último detalle en la cima de este suculento postre flambeado. Porque si de entre todas las virtudes del film hay un elemento mágico que con gran probabilidad permanecerá encendido en el recuerdo, este será sin lugar a dudas su sensacional desenlace. Un final que no requiere de una sola palabra y que no vacilará en desmontar a la audiencia por completo.
elías
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