Un chico bastante raro, Martin (muy buen trabajo de Hywel Bennett), tiene además una doble personalidad, convirtiéndose en el infantil Georgie. Un día Georgie conoce a una chica de la que se enamora, Susan, pretendiendo seducirla. Sin embargo, ante cualquier dificultad con ella, aparece Martin, y este puede llevar las cosas demasiado lejos. Nervios rotos tiene algún que otro problema de guion (cuesta entender la ceguera de Susan hacia su repentino amigo), pero combina con bastante eficacia la intriga con el terror, a los que añade algo de humor. La atmósfera progresivamente desquiciada (atención al paroxístico último cuarto de hora) también está lograda. Bernard Herrman es el autor de la banda sonora - que inevitablemente nos recuerda a Hitchcock - y en la que está incluida la melodía silbada que popularizó posteriormente Quentin Tarantino con Kill Bill,