Nunca pude imaginar que Woody Allen fuera el típico americano medio con menos mundo que una pelusa de salón. Presenta Barcelona como si fuera una extensión de Andalucía. Esa luz dorada, esas fincas rústicas y esa música de flamenco de fondo, por no olvidar lo borrachos que somos todos los españoles y lo puteros.
Cuando decía lo de que los españoles somos libre pensadores y bohemios me subió el azúcar. Ese concepto de España topiquero, medieval y monocrómico es humillante. Dentro de España no hay nada más opuesto a Andalucía que Cataluña, lo cual es muy bueno. No soy catalán, pero me sentí ofendido y no pude seguir viéndola. (2009)


Revisión 11 años después (28-1-2020). Por fin su nota ha bajado a donde merece, y aún le sobra un punto.