Haz click aquí para copiar la URL
Voto de cinedesolaris:
10
Drama William Tell (Oscar Isaac) es un exmilitar y jugador profesional de póker. Su meticulosa vida se trastoca cuando se le acerca Cirk, un joven que busca ayuda en Tell para ejecutar su plan de venganza contra un coronel militar. (FILMAFFINITY)
30 de diciembre de 2021
7 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre y su estructura cotidiana, sus rutinas, sus acciones ritualizadas, su orden. Es lo que caracteriza, en la obra de Paul Schrader, a los protagonistas de American Gigoló (1980), Posibilidad de escape (1992), The walker (2007) o El reverendo (2015), prostituto, traficante de drogas, acompañante y sacerdote, respectivamente; cada uno de ellos cumple su papel, función y servicio. Guillermo Tell/Tillich (Oscar Isaac), en El Contador de cartas (The card counter, 2022), es un jugador de cartas. Su habilidad: saber contar las cartas para realizar la adecuada previsión sobre cuándo será oportuno apostar y cuándo no. La vida como contabilización y previsión. Sus acciones se sostienen sobre la ritualización de la repetición: la rutina como columna vertebral. No quiere hacerse notar por lo que sus apuestas nunca son excesivas, quiere mantenerse en el perfil bajo de la invisibilidad, una ordinaria figura más en el conjunto o sistema. No desentona ni destaca. Dispone también de sus manías, como cubrir todos los muebles con sábanas acordonadas. Un entorno mullido que transmita la sensación de inmunidad, protección y neutralización (olvido) de manchas (heridas, traumas, arrepentimientos). Como los protagonistas de Posibilidad de escape y El reverendo, entre sus rutinas o hábitos, la escritura de un diario. Sus pensamientos como oraciones, como gimnasia de una respiración emocional y mental. Equilibrio y consciencia de la propia circunstancia. Lleva tatuado en su espalda dos frases relacionadas con la Providencia y la Gracia. Es el presente de un equilibrista. El pasado es el basamento del futuro, y puede ejercer de brecha, recordatorio de mancha o herida no cerrada, que se torna propulsión de una disonancia.

En esa ritualización cotidiana irrumpe la disparidad. Una brecha. Una herida ajena, como en el caso de El reverendo, puede comenzar a visibilizar la propia brecha, como las dudas del activista medioambiental respecto al propósito de su lucha ejercen de reflejo que desnuda las dudas del sacerdote con respecto a su dedicación. O puede ser el pasado, un amor truncado, como es el caso de la reaparición de la ex pareja del traficante de drogas de Posibilidad de escape. El sacerdote fue militar, su hijo murió en la guerra por unas convicciones que creían certezas, motivo de su abandono de un uniforme por otro, pero ¿Qué sentido o fundamento tiene cualquier uniforme? En El contador de cartas, la brecha surge del pasado, a través de Cirk (Tye Sheridan), el hijo de otro soldado que, como William, más de una década atrás, infligió brutales torturas en la prisión de Abu Ghraib en Irak. Los recuerdos irrumpen en la mente como distorsiones, como la perspectiva de él entonces estaba distorsionada, manipulada por gente como el contratista John Gordo (Willem Dafoe), que ahora dirige una empresa de seguridad. ¿Qué seguridad? Como otros peones, Tillisch fue acusado de torturas, y pasó ocho años y medio en la cárcel, mientras que sus superiores, o los superiores de sus superiores, como él mismo señala, permanecieron impunes.

El cuerpo de ese chico irrumpe como una pantalla que rasga la frágil ilusión, como representan las sábanas que ocultan los muebles, que define su vida de rutinas y orden. En la introducción, su voz en off, señala que siempre pensó que no podría soportar una vida de confinamiento, pero para su sorpresa la sobrellevó de modo firme durante sus años de encarcelamiento. Y de alguna manera, ya libre, sigue llevando, de modo inconsciente, una vida de confinado, de prisionero que cree superado el pasado cuando simplemente lo mantiene clausurado con la losa de su presente ritualizado. Su orden ficticio, su contabilización de cartas, como el de las prendas meticulosamente distribuidas en los cajones de los protagonistas de American gigoló o The Walker, o las oraciones y liturgias del sacerdote de El reverendo. Tillisch, ahora Tell, por tanto William Tell, como el rebelde ballestero suizo, decide encontrar la redención con respecto a su pasado mediante el apoyo a Cirk.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedesolaris
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow