¿Cómo iban a enteder los críticos, mindundis sin criterio alguno y siempre puestos a dedo en sus púlpitos por el padrino de turno, la grandeza de esta película? ¿Cómo iba a estar al corriente esta gentecilla, esnobs de pacotilla con ínfulas de vayan ustedes a saber qué mierda, que Beethoven era tan histriónico o más de lo que el gran Gary Oldman retrata en esta cinta? Claro, con personal semejante, uno puede llegar a pensar que el compositor también sobreactuaba o que incluso se hacía el sordo, ¿a que sí? Pues no.