Después de las maravillas de "Skyfall" o "Casino Royale", lecciones de cómo hacer una de Bond con elementos transgresores y sorprendentes, "Spectre" se siente como una película literalmente infumable. Aburrida, predecible, vulgar, sin cuidado con sus personajes. Convierte el intenso drama humano de la anterior y el pasado de Bond en un culebrón venezolano con cariz de chiste por culpa del nada convincente, en esta ocasión, Christoph Waltz. No puedo creer cómo Sam Mendes, el propio Daniel Craig o los guionistas de la anterior pudieron verse envueltos en esta. Las escenas parecen cortometrajes de transición unos con otros sin chispa. Tras un arranque que funciona, todo es un burdo truco. Ni siquiera el final esconde un peligro mayor o un giro provocativo a salvar todo el entramado. Muy mal Bond.