Tercera entrega de la saga, que continua donde lo dejó su predecesora. Con todos los personajes que nos acompañaron en las dos anteriores, y algunos más que añaden color, sobre todo oriental, a esta. Disfrutaremos de otro desmesurado proyecto de Disney, lleno de aventuras, acción y piratas traicioneros.
El guión es un tanto irregular, a veces excelente, otras no tanto. Debemos entender la evolución que ha sufrido la franquicia, con sus personajes evolucionando de una vida placentera a auténticos piratas. En ese sentido hay que ver la trama que nos endosan como algo normal, pues fraguar alianzas por que se tienen intereses comunes, traicionarse por la espalda, es algo que podemos esperar de este tipo de gente. Así, esta continua variabilidad de objetivos hará que hasta el mismo último minuto de la película seas incapaz de adelantar que pasará. Haciendo imprescindible fijarte hasta en el mínimo detalle, en todas y cada una de las miradas y como no incluso volver a ver la película para entender bien la historia que construyen los guionistas. Resulta algo confusa a primera vista, pero eso debería ser una razón para verla, no para despreciarla.
Mantiene el tono más fantasioso, que se vio en la segunda parte, pero que faltaba en su primera entrega. No se percibe como demasiado larga, no porque no lo sea, sino por el buen ritmo que tiene. Con una gran cantidad de escenas de acción que resultan muy espectaculares, pero falla un poco en la parte más humorística. No es que Jack Sparrow esté de vacaciones o que con su sacrificio por los demás haya dejado de ser un caradura, solo que le cuesta entrar en pantalla, y eso se nota.
La cantidad de personajes que tiene la franquicia es excesiva, así que aunque tengamos una película de larga duración no hay espacio suficiente para construir una buena personalidad para todos. Además los efectos especiales, muy explotados aquí, también reclaman su espacio. Con todo podemos decir que Johnny Deep hace un buen trabajo, convence y divierte, pero le prefiero antes con los chistes viejos, que con sus locuras de múltiple personalidad. A Orlando Bloom lo ves apagado, resalta poco en los minutos que está en pantalla. No lo hace mal, pero tiene una actuación más gris que de costumbre. Como contraste Keira Knightley brilla con una luz pocas veces vista en esta saga. Realiza un trabajo magistral, dándole empuje, fuerza al grupo. Aprovecha muy bien su tiempo en pantalla y al final resulta ser la estrella.
La película tiene un tono que te sorprende viniendo de Disney, algo más oscuro de lo habitual, gracias sobre todo a la extraordinaria caracterización de sus personajes y porque evita caer en obligados convencionalismos, aunque no los elimina todos. Con tanto dinero como invirtieron, con un guión tan amplio, creo que hubieran tenido casi para dos películas. Eso hubiera facilitado entender su desarrollo, pero no convertirla en una mejor obra.