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Voto de Lacedemonio:
6
Drama Jan (Daniel Brühl), Peter (Stipe Erceg) y Jule (Julia Jentsch) están disfrutando de su rebelde juventud. Les une su pasión por cambiar el estado del mundo. Se convierten en "Los edukadores", cuyas acciones no violentas tratan de avisar a los ricos locales de que sus días de abundancia están contados. Las complicaciones aparecen cuando Jule se enamora de ambos jóvenes. Además, una de sus operaciones se complica, y lo que se convierte en ... [+]
12 de julio de 2012
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero de todo pedir perdón por esa “K” mayúscula metida con calzador, pero es que al igual que el señor Weingartner, he optado por dejar claro desde el título que estas líneas van dedicadas a toda esa estirpe revolucionaria que tan de moda se ha puesto en nuestra sociedad. Una vez aclarado este pequeño detalle, seguiré esta crítica para todos aquellos que todavía no se hayan arrancado los ojos.

Como película, tengo que decir que me ha entretenido bastante. El ritmo es muy bueno y las actuaciones sobresalientes. Me parece que plasma de forma acertada y fidedigna toda una corriente de pensamiento y modus vivendi que comparte una parte (afortunadamente marginal) de nuestra sociedad.

Jan y Peter son dos jóvenes dedicados a la docencia. Para realizar esta necesaria y altruista labor se enfundan su mono de trabajo oscuro con verduguito a juego para colarse en las casas vacías de los “burgueses” y desordenarlo todo con el único fin (como ellos mismos reconocen) de sembrar el miedo y la incertidumbre de sus ocupantes. Yo no quiero dar lecciones, pero si el miedo es el método que utilizan para “educar”, tengo que decir 1º, que no lo comparto en absoluto; y 2º, que el mensaje no será tan bueno. Otros muchos lo han hecho antes que ellos, desde luego en mi tierra, el País Vasco, es algo que viene haciéndose desde hace muchísimos años. Ahora mismo me viene a la cabeza el caso de las simpáticas cartitas firmadas con un anagrama en el que se representa a una serpiente enroscada alrededor de un hacha. Seguro que si me pongo a pensar mucho encuentro algún ejemplo de adoctrinamiento bajo el yugo del terror en el país del que es oriundo este idealista trío de jóvenes. Pero sigamos…

¿Y de qué viven estos señoritos sin oficio ni beneficio? Pues de las prestaciones y subvenciones que les regala el gobierno. ¿Y por qué? Pues porque ellos, a diferencia de la inmensa mayoría de la sociedad, tienen dignidad y no se rebajan a trabajar para enriquecer al empresario. Esta es básicamente su filosofía de vida. Son auténticos parásitos de la sociedad que chupan y chupan pero no aportan nada.

No digo que la sociedad sea perfecta ni mucho menos. No digo que no tengan parte de razón en muchas de las ideas que defienden. Lo que pasa es que me indigna que me den leccioncitas de moral una panda de smartphoneflautas con ínfulas de visionarios desde el cómodo sofá que les proporciona el Estado a través de los impuestos de los contribuyentes.

¡A otro perro con es collar!
Lacedemonio
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