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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
7
Drama China, a finales de 1999. Tao, una joven de Fenyang, es cortejada por sus dos amigos de la infancia, Zang y Lianzi. Zang, propietario de una estación de gasolina, está destinado a un futuro prometedor, mientras que Liang trabaja en una mina de carbón. Su corazón está dividido entre los dos hombres, y debe tomar una decisión que sellará su destino y el de su futuro hijo. (FILMAFFINITY)
7 de noviembre de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A través de un esquema de melodrama clásico, el chino Jia Zhang Ke nos propone en “Más allá de las montañas” un recorrido por la historia reciente de su país. Melodrama en tres actos y en tres tiempos con la novedosa particularidad de que uno de ellos, el último, está todavía por escribir. El viaje se inicia en la Noche de Fin de Año- y de siglo- de 1999 y concluye en 2025 y nos cuenta la intrahistoria de tres amigos de la infancia, una mujer y dos hombres componiendo un triángulo inestable condenado a romperse por uno de sus vértices. Un viaje sentimental y emocional sin billete de vuelta. Porque vivir es renunciar y el amor no es amor si no viene también con su carga de dolor a cuestas, ese parece ser el mensaje. De fondo, las profundas transformaciones vividas, y aún por vivir, por la sociedad china en ese tiempo con el país virando desde los cimientos de la tradición a algo más peligroso por obra y gracia del capitalismo más salvaje ("Go west"). La película se muestra sumamente crítica con aquellos que olvidan su pasado y sus orígenes que quizá por ello acaban siendo retratados como personajes ridículos y casi de opereta.

De las tres partes en las que se divide el film, sin duda es la segunda la que resulta más interesante y emotiva. Es muy significativo que el título de la película no aparezca sobreimpresionado hasta que no empieza este segundo capítulo, algo que inevitablemente relega al anterior a la categoría de mero prólogo. Tampoco tiene la intensidad de este núcleo central el posterior desenlace, en el que uno llega a sentirse tan desconcertado como se siente su joven protagonista.

No cabe duda de que la propuesta de Zhang Ke es ambiciosa. Ambicioso es querer condensar la historia de un país en 131 minutos de película. Utilizar tres formatos diferentes de imagen para ilustrar las distintas épocas de la historia, hacer avanzar la narración a base de elipsis imposibles, o situar su epílogo en el futuro para así teorizar sobre lo que puede pasarnos cuando el destino nos alcance, son recursos que tampoco deberían mermar la capacidad de fascinación de esta bella película. Más bien al contrario.
Juan Solo
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