Todos los avatares del mundo caben entre las cuatro paredes lóbregas y desconchadas de una celda, toda la vida se resume en unos pocos renglones trazados con caligrafía de tensión y de desasosiego, todos los miedos que produce la existencia humana pueden convertirse en certeza sólo un instante antes de que ya no sea posible buscar un remedio.

Gran cortometraje que impresiona por su dominio de la técnica narrativa, por su capacidad para generar una atmósfera asfixiante y por su sutileza en la contraposición de elementos.
Pero sobrecoge, sobre todo, por su lúcido diagnóstico.