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España España · asturias
Voto de javieritos:
10
Thriller. Drama Jóvenes bailarines toman accidentalmente LSD mezclado con sangría y así su exultante ensayo se convierte en una pesadilla cuando uno a uno sienten las consecuencias de una crisis psicodélica colectiva. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2019
8 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vale. Soy casi adorador del cine de Noé desde su terrible y maravillosa Irreversible. Pero con Climax ha llegado a eso, al punto álgido de su carrera, y hace que por fin, en década y pico de extrañas ganadoras de Sitges, alejadas del cine de género, uno esté más que conforme (ojo, lo he estado con otras muchas) y por completo con el fallo del jurado.
Es una muestra de su potencia narrativa, con esos créditos e imágenes que avanzan el final justo al inicio de la cinta, pero llevada a extremo. Todo se reduce a una presentación que nos va dando pistas sobre cómo nos va a contar las cosas, sólo hay que ver los libros y VHS que hay junto al televisor en el que la compañía de danza se presenta.
Y es que Climax es una película sobre danza, ambientada en el mundo artístico y modernillo neoliberal francés de los 90. La cinta entonces nos presenta una escena, un plano secuencia soberbio en el que la cámara es un bailarín más, narrado de forma magistral. Al frente, la preciosa Sofía Boutella, la única actriz del reparto y el Virgilio que nos acompaña a los círculos infernales que tras ese baile comenzamos a descender.
No sabemos por qué, ni cómo, pero como si de un McGuffin del tío Alfred se tratará, parece que una sangría ha sido adulterada con lsd.
Poco a poco los encantadores y talentosos bailarines se van convirtiendo en monstruos, o se quitan las caretas para mostrar su verdadera, cruel y violenta cara.
El racismo, la homofobia, el sadismo, el abuso sexual, la agresividad, el dolor y la tortura son entonces las que bailotean la música dance que acompaña todo el metraje.
Y bueno, poco más, porque esto es un Noé Gran Reserva, y no hay nada más que entender, nada más que valorar porque se la suda y se lo puede permitir el pedazo de genio.
Muchas dudas pueden abrirse. Craso error. Este cine hay que vivirlo, no entenderlo, porque ni hace falta ni merece la pena. Y uno sale del cine como si realmente hubiese estado de éxtasis chungo hora y pico, con agujetas y pre resaca.
Eso, amigos, lo pueden lograr muy, muy pocos.
Y Noé, sin duda es uno de ellos.
Lo mejor: la coreografía inicial. El drama del niño.
Lo peor: que alguno crea que por hacer cenitales, barridos locos y cámaras invertidas el director va de enfant terrible. No nos equivoquemos, lo es, sin necesidad de ello.
BRAVO.
javieritos
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