Rara vez se conjugan terror, comedia negra y policiaco con resultado perfecto. Pues bien, esta es una de esas raras ocasiones. El perfecto anfitrión brilla en los tres géneros, provocando carcajada, escalofrío y tensión al mismo tiempo gracias a un guión perfecto, unas interpretaciones maravillosas y un sentido del ritmo ( y el humor perturbado) absolutamente perfectos.
Lo mejor: Lo dicho, un peliculón que si estuviera firmado por uno de los grandes pasaría directamente a la categoría de obra maestra.
Lo peor: Sus constantes giros pueden resultar cansinos para quien no se involucre en la trama, eso sí, si llega a suceder es uno de los mejores momentos que se pueden vivir hoy día en un cine, sin 3D ni megamovidas varias.