Cuando llegó a mis manos en VHS esta película, tenía 10 años. Recuerdo que me puse a verla y que me encantó, aunque en aquel momento no me di cuenta de la obra maestra que acababa de presenciar. Era la primera vez que veía una película de dibujos animados que no era Disney y que no se ponían a cantar en mitad de todo, y la sensación que me quedó fue de fascinación. Me enamoré de los personajes, de su carácter, de la fuerza y la determinación que tenía San, de la belleza, de la bondad que desprendía Ashitaka.

Todo un culto a la naturaleza.

Ahora, cada vez que la veo, siento que soy privilegiada al poder haber abierto mi mente desde tan joven a películas así, que enseñan mucho y muestran la grandeza de sus bellísimas imágenes.

LA BSO es una de las más relajantes y hermosas que he podido escuchar nunca, y acompañan la acción de una manera sublime, como si todo formase parte de un gran lienzo que es digno de colgar en cualquier museo.

Es imprescindible verla, seas amante del anime o no, tengas la edad que tengas. Porque aunque yo la primera vez que la vi no pude percatarme de toda su majestuosidad, desde aquel momento en el que vi desfilar a esos personajes tan humanos, me di cuenta de por qué le llamaban al cine el séptimo arte.