Una cosa, ante todo. "La vida de Pi" es cine comercial, hay que tener cuidado a qué sesión se va porque puedes terminar harto de palomiteros. Y, sin embargo, es una obra muy personal de Ang Lee, que a pocos dejará indiferente.

Muy bien hecha. Los efectos son espectaculares, la fotografía, la iluminación. Más que asombrarnos por los sustos fáciles, el espectador da botes en la butaca por apariciones de seres que son repentinas, pero a la vez naturales... Sin embargo, poco de todo esto te queda al final de la película. La historia lo invade todo. Es en ese punto en el que Ang Lee merece el mayor de los elogios. Su mensaje no es nada facilón, de hecho es muy criticable su apuesta por el teologismo. En otras manos, y con otra propuesta, la película habría podido ser catastrófica.

Para mí el mayor inconveniente es su estructura. Los primeros 45 minutos son más o menos entreternidos, pero aportan poquito, muy poquito. Es a partir del naufragio cuando la historia comienza de verdad. Quizá Ang Lee buscaba provocarnos ese shock cuando ya llevábamos una buena parte de metraje, pero la sensación que a mí me ha quedado es que hay una parte de la película que me sobra... En realidad, una vez que ocurre el naufragio, el pasado o la historia vital del protagonista deja de ser importante. Es más, quizá la película hubiera sido más interesante si esos aspectos de la vida de Pi en la "civilización" hubiesen aparecido de manera más paulatina e implícita.

Eso sí, la historia de Pi en la balsa lo llena todo. Qué digo, Richard Parker, como en el cartel, lo llena todo. Un prodigio de espectacularidad, de admiración y de miedo. Todo a la vez. Yo, al menos, me he estremecido con esa parte del relato, sin duda por lo bien narrada que está. Es un acierto que Ang Lee haya puesto el acento en la relación entre el protagonista y el tigre, huyendo de la perspectiva fácil del sentimentalismo. Es una relación de lucha por la superviviencia, cooperación y conflicto por el liderazgo. El tigre (como cualquier otro ser) es tu antagónico, pero a la vez lo necesitas para sobrevivir. El planteamiento de la idea y la puesta en escena hacen el resto.

El final es una sorpresa. Uno no sabe ni qué cara poner. Las piezas encajan en un puzzle al que ni siquiera sabíamos que estábamos jugando. Eso sí, uno sale de la película pensando durante un buen rato. Quizá la moraleja sea discutible. Pero es de agradecer que un director como Ang Lee se plantee la posibilidad de hacer cine comercial poniendo todo su compromiso en ello. En fin, una peli que arrasará en taquillas y en los grandes premios, pero también una obra muy personal.