Me ha fascinado. Quizá haya un punto exagerado en la historia, el malo se convierte en muy malo tan malísimo que casi resulta imposible de creer. Eso es lo único que me ha hecho dudar a la hora de darle un diez. Pero qué narices, sólo la tensión con la que he vivido la primera parte de la peli, esperando casi sin respirar que se desencadene la tragedia en la fábrica, merece esa nota de excelencia. Mucha gente me había hablado muy bien de esta peli, y la verdad es que no me ha defraudado. Me he enfrentado a ella sin conocer el argumento y, como en las mejores pelis de Lars von Trier, ése es un punto fundamental para poder emocionarse con el film. Dos horas y cuarto que se pasan en un segundo. No quieres que se acabe nunca... Y el final está a la altura de toda la peli. Te deja con un nudo en el estómago...

Claro está, todo ello es consecuencia de las excelencias formales de la peli. Bjork está genial, de las mejores intepretaciones que uno puede recordar de nadie, es imposible no empatizar con el personaje. A ello hay que unir el efecto cortante y seco que provoca la manera de rodar de Lars von Trier, la inteligencia con la que están traídos los números musicales (aunque el mejor sea la canción final, sin música), el tono documental de la narración (fantástica la manera de rodar el juicio), la originalidad de cada escena. Todo está pensado para mover un resorte concreto en la estructura emocional del espectador. Y lo consigue... En fin, muy buena...