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España España · Barcelona
Voto de rober:
8
Romance. Drama Nueva York, año 1870. Newland Archer (Daniel Day-Lewis), un caballero de la alta sociedad neoyorquina, está prometido con May Welland (Winona Ryder), una joven de su misma clase social. Pero sus sentimientos cambian cuando conoce a la poco convencional prima de May, la condesa Olenska (Michelle Pfeiffer). Desde el principio, defenderá la difícil posición de la condesa, cuya separación de un marido autoritario la ha convertido en una ... [+]
4 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No estamos acostumbrados a ver a Scorsese en un registro tan delicado, y sin embargo “La edad de la inocencia” no desentona dentro de su filmografía. Formalmente, la película es reposada, con una voz en off que acompaña los acompasados y dulces movimientos de cámara. Acompañan a todo el conjunto una ambientación perfecta, una fotografía espléndida y un ritmo pausado. Eso sí, cabe reprochar el uso de determinados recursos formales que a día de hoy resultan desfasados: ralentización de cámara, súbitos juegos de iluminación, etc. Para mí, es el verdadero inconveniente de una película que, de otro modo, desprendería mucha más magia. El argumento se centra en una historia de amor imposible, con la típica estructura de un triángulo amoroso en cuyos vértices vemos tres personajes claramente definidos y extraordinariamente encarnados por unos actores en estado de gracia. Daniel Day-Lewis, Michelle Pfeiffer y Winona Ryder hacen una demostración de contención y veracidad en cada momento en que aparecen en pantalla.

Y, tras esta elegante puesta en escena, Scorsese nos ofrece una durísima crítica social, más audaz y actual de lo que puede parecer. El Nueva York de la segunda mitad del siglo XIX se revela como un submundo marcado por leyes no escritas, por códigos severísimos que nadie puede quebrantar, porque las consecuencias serían peores que cualquier sanción impuesta por un tribunal. Lo que marca el protocolo es más importante que la propia ley. Scorsese hace una cruel y tristísima disección de la naturaleza humana: el hombre es un ser social que asume vivir ahogado por unas reglas que no obedecen a ningún criterio racional, que nacen de la sociedad misma. El lujo y el reconocimiento social se convierten, cuando se consiguen, en un pesado lastre. Con todo ello, el mensaje final es demoledor: no hay nada más humano que la hipocresía misma.
rober
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