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Thriller. Acción. Drama
Hace tiempo que Chris Farraday (Wahlberg) dejó el mundo de la delincuencia. Pero, cuando su cuñado Andy (Landry Jones) fracasa en un asunto de drogas que le había encargado su implacable jefe Tim Briggs (Giovanni Ribisi), Chris se verá obligado a volver al contrabando para pagar la deuda de Andy. Después de reunir un equipo de primera con la ayuda de su mejor amigo (Ben Foster), se van a Panamá: la operación consiste en traer millones ... [+]
16 de marzo de 2012
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ser un pez gordo no solo depende del sujeto, así como obviamente de sus aptitudes, cualidades o virtudes. Depende también del hábitat en el que se encuentre. Una lección que en un principio le dolió en lo más hondo al joven Ed Bloom, al descubrir éste que ciertamente era un ''Big Fish''... pero de pecera, como máximo, de estanque. Un mérito que de poco o nada servía. Algo similar debía sentir en su tierra natal el actor y director Baltasar Kormákur, por méritos propios uno de los autores islandeses más famosos en la historia de su pequeño y aislado (en todos los sentidos de la palabra) país. Con títulos como '101 Réikiavic' (con la participación estelar de Victoria Abril) se hizo un hueco en el panorama del cine de autor.
Con películas como 'Las marismas' consiguió destacar en taquilla a nivel local, además de tomarle la medida al cine de género, en ese caso, el thriller en su vertiente más negra. Experiencia positiva acumulada no solo detrás las cámaras, sino también delante de ellas, como en su participación como protagonista principal de 'Reykjavík-Rotterdam', de Óskar Jónasson. Se trataba de un filme que, si bien dejaba un sabor amargo al mostrar pocas pistas sobre una filmografía que a nuestro paladar se antoja exótica, también se descubría dulce a la hora de adaptar muy correctamente las claves del cine negro en un entorno que no parecía invitar demasiado a él. Llegado a este punto, el pez gordo de estanque aprendió otra lección.
Una lección que muchos vinculan a un falso tópico, pero que al mismo tiempo viene abalada por locos entendidos como John Waters (aunque solo lo haga para chinchar) o Arturo Ripstein (aunque solo lo haga para desfogarse después de que su última cinta no se comiera un rosco en el Festival de Cine de San Sebastián). La tesis es que el público yankee se niega a leer subtítulos en una sala de cine. A partir de aquí pueden sacarse más conclusiones, o vías de escape. En el caso de Kormákur, quizás sus andaduras cinematográficas hasta la fecha no bastaran para labrarse un nombre a nivel internacional, pero desde luego sí serían suficientes para entrar en la meca del cine, es decir, Hollywood, que es, no nos engañemos, donde la mayoría quiere terminar.
Con películas como 'Las marismas' consiguió destacar en taquilla a nivel local, además de tomarle la medida al cine de género, en ese caso, el thriller en su vertiente más negra. Experiencia positiva acumulada no solo detrás las cámaras, sino también delante de ellas, como en su participación como protagonista principal de 'Reykjavík-Rotterdam', de Óskar Jónasson. Se trataba de un filme que, si bien dejaba un sabor amargo al mostrar pocas pistas sobre una filmografía que a nuestro paladar se antoja exótica, también se descubría dulce a la hora de adaptar muy correctamente las claves del cine negro en un entorno que no parecía invitar demasiado a él. Llegado a este punto, el pez gordo de estanque aprendió otra lección.
Una lección que muchos vinculan a un falso tópico, pero que al mismo tiempo viene abalada por locos entendidos como John Waters (aunque solo lo haga para chinchar) o Arturo Ripstein (aunque solo lo haga para desfogarse después de que su última cinta no se comiera un rosco en el Festival de Cine de San Sebastián). La tesis es que el público yankee se niega a leer subtítulos en una sala de cine. A partir de aquí pueden sacarse más conclusiones, o vías de escape. En el caso de Kormákur, quizás sus andaduras cinematográficas hasta la fecha no bastaran para labrarse un nombre a nivel internacional, pero desde luego sí serían suficientes para entrar en la meca del cine, es decir, Hollywood, que es, no nos engañemos, donde la mayoría quiere terminar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Después de un primer coqueteo al otro lado del charco con el irregular pero solvente thriller de denuncia 'Inhale', sobre el drama concerniendo al tráfico de órganos, había llegado la hora de dedicarse a la importación. Al fin y al cabo, a parte de los cuatro gatos perdidos en las salas donde se proyectan películas en Versión Original Subtitulada (la norma general en los países civilizados... la excepción en los demás) ¿quién diablos vio 'Reykjavík-Rotterdam'? Exacto, de modo que, vista la -permanente- crisis de creatividad en California, la adopción norteamericana de un producto simplemente correcto no necesita otra razón para existir. Añádanse a la propuesta un par de caras conocidas, y ya tenemos remake.
Éste responde al nombre de 'Contraband', y en vez de tener como protagonista al sosainas de Baltasar Kormákur tiene a ese proyecto de rapero convertido en proyecto de actor llamado Mark Wahlberg, que está acompañado por Kate Beckinsale, Giovanni Ribisi, Diego Luna y J.K. Simmons. ¿Ha cambiado algo? No, solo que ahora la propuesta nos resulta más familiar... incluso más agradable a la vista. Por su parte, el escenario también muta. El punto de partida ya no es el gélido paraje de la capital islandesa, sino Nueva Orleans, la mejor ciudad de los Estados Unidos; el destino ya no es el mega-puerto de Rotterdam, sino los macro-muelles de Panamá. ¿Ha cambiado algo? Nada, a parte de que ahora los protagonistas pueden ir en manga corta.
Todos estos vacuos retoques estéticos son el reflejo cristalino de un nulo cambio del esqueleto argumental, al que afortunadamente no se le ha extirpado su capacidad para crear tensión (aunque sea con métodos casi pornográficos), en lo que es un espectáculo discreto y llano, pero fácilmente disfrutable. Así, no debe sorprender que la trama de 'Contraband' se desarrolle exactamente de la misma manera que la de 'Reykjavík-Rotterdam', pudiéndose apreciar en ambos casos los mismos golpes de efecto, los mismos giros argumentales, incluso los mismos chistes (siendo el mejor de ellos, una vez más, el del cuadro). Nada nuevo pues en la bodega de este pez gordo de los contrabandistas, más allá del tímido uso de una narrativa más cercana al lenguaje 'Prison Break' que no al europeo. Cualquier añadido de más sobraría, porque al fin y al cabo, ¿quién diablos vio 'Reykjavík-Rotterdam'?
Éste responde al nombre de 'Contraband', y en vez de tener como protagonista al sosainas de Baltasar Kormákur tiene a ese proyecto de rapero convertido en proyecto de actor llamado Mark Wahlberg, que está acompañado por Kate Beckinsale, Giovanni Ribisi, Diego Luna y J.K. Simmons. ¿Ha cambiado algo? No, solo que ahora la propuesta nos resulta más familiar... incluso más agradable a la vista. Por su parte, el escenario también muta. El punto de partida ya no es el gélido paraje de la capital islandesa, sino Nueva Orleans, la mejor ciudad de los Estados Unidos; el destino ya no es el mega-puerto de Rotterdam, sino los macro-muelles de Panamá. ¿Ha cambiado algo? Nada, a parte de que ahora los protagonistas pueden ir en manga corta.
Todos estos vacuos retoques estéticos son el reflejo cristalino de un nulo cambio del esqueleto argumental, al que afortunadamente no se le ha extirpado su capacidad para crear tensión (aunque sea con métodos casi pornográficos), en lo que es un espectáculo discreto y llano, pero fácilmente disfrutable. Así, no debe sorprender que la trama de 'Contraband' se desarrolle exactamente de la misma manera que la de 'Reykjavík-Rotterdam', pudiéndose apreciar en ambos casos los mismos golpes de efecto, los mismos giros argumentales, incluso los mismos chistes (siendo el mejor de ellos, una vez más, el del cuadro). Nada nuevo pues en la bodega de este pez gordo de los contrabandistas, más allá del tímido uso de una narrativa más cercana al lenguaje 'Prison Break' que no al europeo. Cualquier añadido de más sobraría, porque al fin y al cabo, ¿quién diablos vio 'Reykjavík-Rotterdam'?