Se entiende lo que pretende Maren Ade con esta película, porque ella lo explica con precisión: “quería contar la vida interior de una relación amorosa”. Lo hace con honradez y asepsia creativa, pero la pregunta es si el cine que, etimológicamente, es cinética, movimiento, acción, admite que se inviertan dos horas en contarnos, recreándose en ello, un conjunto de cosas que, por conocidas, entran en el terreno de la obviedad:

1 ) Las relaciones amorosas gratificantes vividas con intensidad son las grandes experiencias que nos suelen compensar de las circunstancias indeseables de la vida.

2 ) No hay nada escrito —y si lo hay, vale de poco— sobre los motivos por los que surge o se extingue una relación amorosa de pareja. Cada persona es un mundo, y en una relación sentimental hay que conjuntar dos. Hay caracteres que no se ajustan entre sí, en cuyo caso, si se pretende la continuidad de la relación, hay que superar ese handicap con mayores dosis de dedicación, esfuerzo y concesiones mutuas. La afinidad de caracteres no garantiza, tampoco, la supervivencia de una relación amorosa.

3 ) Las relaciones de pareja sufren altibajos que son la sal de las mismas aunque, en uno de ellos, pueden irse al garete.

4 ) En una relación amorosa puede haber aspectos lesivos para el equilibrio emocional propio, pero es más que probable que se dé prioridad —por lo menos en los primeros tiempos— a lo que tiene de posibilidad de trascendencia, de salir de uno mismo, de autoestima, de complementariedad, de plenitud vital…

5 ) Las relaciones sentimentales pueden devenir en relaciones de poder, aunque si el amor es sincero esas relaciones de poder quedarán atemperadas, y no pasarán de definitorias, irrelevantes o superables.

6 ) Es una ley casi inexorable que lo que empezó siendo pasión y entusiasmo se acaba convirtiendo, en el mejor de los casos, en rutina y buen pasar.

Sin que sea una crítica acerba, porque la película está bien realizada e interpretada, mi conclusión es que, a veces, no está mal un recordatorio —más si se hace con una mirada nueva— sobre una realidad muy conocida por cotidiana, pero dos horas permiten intentar ser más ambicioso.