Gran película que se desarrolla íntegramente en la vivienda de los protagonistas. Lo cual no es óbice para que Haneke nos deje grandes imágenes.

Dura, tierna, igual te sonríes (poco, la verdad) que lloras con su día a día: sus demencias, sus reflexiones, sus miedos... su vida.
No hay lágrima fácil ni melodrama barato, es dura muchas veces.

Una pareja ya mayor, con ella impedida y con él cuidándola por una promesa hecha recientemente protagonizan este film poético y duro sobre el amor en esta pareja mayor.
Los esfuerzos sobrehumanos para cuidar a su mujer cada vez más afectada, disminuida y sin ganas de vivir irán superando las fuerzas del marido.
Las escenas finales son todo poesía y delicadeza. A lo mejor se te escapa alguna lagrimilla...

Contado con cercanía, costumbrismo y con dos convincentes actores que lo bordan.

Cuando ya no hay belleza ni pasión ni complicidad ni felicidad ni siquiera la otra persona sigue allí (su mente se extravió). Ahora, ¿qué queda? Sólo el hombre frente al vacío, frente al sinsentido. ¿Y todo esto, para qué?

Tanta ternura...¿seguro que estamos hablando de una película de Haneke?