Nos encontramos ante un impresionante drama contado a través de los ojos de unos niños. Unos niños que solo sueñan con un mundo mejor más allá de la pobreza, y con poder construir una magnífica casa en un árbol.
Mientras; el país sueña con el final de la guerra de Vietnam. Una guerra que ha dejado muchos muertos, y muchos hombres que vuelven a casa como muertos vivientes. Unos soldados que intentan reincorporarse a su vida, pero los fantasmas de la guerra y la sociedad no les dejan.
Es una película que nos plantea el terrible poder de una guerra y lo que marca a una persona. Un soldado que recuerda cada batalla, y que observa como sus hijos juegan por salvar su casa del árbol. Para él, un juego de niños. Para sus hijos, una batalla campal en la que les va la vida.
Jon Avnet nos presenta un fuerte drama de pobreza, donde las familias no tienen nada que llevarse a la boca; pero tienen la fuerza y el ímpetu para seguir adelante y poder sobrevivir a esa crueldad humana y a ese racismo que vive el país.
Todos los actores realizan un trabajo sobresaliente, pero debo decir que Elijah Wood está soberbio. Para mí es sin lugar a dudas su mejor interpretación, y realiza una de las escenas que más me han emocionado y marcado en mi vida. Una escena con su madre y su hermana en la que le cuestiona a Dios ¿porqué le ocurren esas cosas? ¿Porqué tienen que ser pobres?
En fin, película que he visto infinidad de veces y que sigue haciéndome llorar sin parar. Uno descubre a una familia, y unos sueños de unos niños que aspiran a tener algo más que lo que la vida les ofrece. Que se resignan a ser pobres y vivir como ratas. Pero aun así, entre todas las desgracias que soportan siempre tendrán lugar para una sonrisa, para jugar y para bailar esas fantásticas canciones de la época.