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España España · Sevilla
Voto de Mario:
9
Comedia. Drama Don Rafael Costa, embajador de Miranda, y el matrimonio Thévenot están invitados a cenar en casa del matrimonio Sénechal, pero a causa de un malentendido tienen que ir a un restaurante. Cuando llegan, no pueden cenar porque el dueño del lugar ha muerto. A partir de ese momento, las reuniones de este selecto grupo de burgueses se verán siempre interrumpidas por las circunstancias más extrañas, algunas reales y otras fruto de su imaginación. (FILMAFFINITY) [+]
25 de mayo de 2009
35 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
SEIS PERSONAJES EN BUSCA DE UNA CENA

El Buñuel más surrealista y más bromista dirige con tino, ésta que a mi juicio, es su mejor película. Seis personajes a los que se les suma en ocasiones un obispo, que en sus horas libres ejerce de jardinero, intentan en vano celebrar una cena. Una vez encuentran de cuerpo presente al dueño de un restaurante, otra equivocan la fecha, otra son sorprendidos por unas maniobras militares.... La idea del guión partió de una anécdota que le contó a Buñuel el productor Silberman: invitó a varias personas a cenar en su casa y olvidó que ese mismo día tenía un compromiso y también olvidó contárselo a su mujer. Los invitados llegaron cargados de flores, Silberman no estaba y encontraron a su mujer en bata y dispuesta para ir a la cama. Esa fue la primera escena de la película. El resto fue fácil, repetir la acción en distintas circunstancias. La película se tituló primero El encanto de la burguesía. Faltaba un adjetivo y Buñuel y su amigos pasaron una velada entera buscándolo hasta que el guionista Carrière propuso "discreto", de esta forma el título daba a la película otra dimensión y forma. En su encantador libro de memorias Mi último suspiro, Buñuel cuenta que cuando ya la película estaba selecionada para los Oscar fue entrevistado por cuatro periodistas mexicanos que no cesaban de preguntarle si esperaba que la película ganara el Oscar. "Les contesté muy serio que sí, que ya había pagado los veinticinco mil dólares que me habían pedido. Los norteamericanos -les dije -tienen sus defectos pero son hombres de palabra. Cuatro días después los periódicos publicaban que yo había comprado el Oscar. El Hollywood se formó un escándalo y cuando Silberman llegó de París se enfadó mucho conmigo. Le dije que sólo era una broma. Cuando a la semana siguiente la película obtuvo el Oscar, yo seguí repitiendo a mi alrededor: Los americanos tienen sus defectos , pero son hombres de palabra". Casi cuarenta años después la película tiene una frescura sorprendente. Vayan rápido al video club de guardia, se alegrarán.
Mario
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