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Voto de EnriqueLF:
8
7,5
23.447
Animación. Drama. Bélico
Documental animado sobre la matanza de refugiados palestinos en Sabra y Chatila (Líbano) en 1982. Una noche, en un bar, un viejo amigo le cuenta a Folman una pesadilla recurrente en la que le persiguen siempre 26 perros. Los dos hombres llegan a la conclusión de que la pesadilla tiene que ver con una misión que realizaron para el ejército israelí durante la primera guerra con el Líbano a principios de los años ochenta. A Folman le ... [+]
17 de abril de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El filósofo francés Montaigne describió en 1580 una danza, que había visto en sus viajes, en la que los bailarines se arrimaban tanto que sus caras se tocaban. Como en aquella danza, más tarde llamada vals, Israel bailó pegada a las milicias cristianas del Líbano, comandadas por Bashir Gemayel, durante las Guerras del Líbano de 1982 contra los palestinos.
Parece que la gente y el gobierno de la Israel actual hayan olvidado la masacre en la que sus fuerzas se vieron involucradas, y eso que no han pasado más de veinte años. Israel ayudó a las Falanges Libanesas, también conocidas como la Facción Kataeb, en las matanzas de Sabra y Chatila. Quizás los israelitas no aniquilaran abiertamente a la gente de Palestina entonces, pero su mera presencia allí y la asistencia que prestaron a sus aliados, incluso estando al tanto de los escabrosos detalles de la situación, son razones suficientes para sentirse culpables.
Cuando Ari, el protagonista (y también director) de la película intenta recordar sus experiencias como soldado israelí en las Guerras del Líbano, se sorprende al comprobar que no conserva ningún recuerdo de lo que aconteció en Sabra y en Chatila, donde se supone que él estuvo presente. Comienza entonces un viaje alrededor de Europa en el que se encuentra y entrevista con sus viejos compañeros de batallón para arrojar algo de luz sobre lo que fuera que ocurriera allí; de este modo pretende mitigar su curiosidad, pero, en lugar de esto, el peso que atenaza su corazón crece a medida que se aproxima a la luz.
Tras dos milenios habiendo sido sujetos de persecución por la así llamada responsabilidad de los judíos en la muerte de Cristo, lo último que necesita el inestable Estado de Israel es culpabilidad. Esto podría explicar el intento por borrar ese oscuro capítulo de su historia. Sin embargo, intentar no recordar la masacre de Sabra y Chatila o, incluso peor, intentar justificar la ayuda prestada a las falanges cristianas del Líbano, es un acto que convierte a Israel en una suerte de Poncio Pilatos.
En el Haggadah del Olvido está escrito que Dios transfirió al pueblo judío de la esclavitud a la libertad, de la tristeza a la felicidad, del lamento a la celebración, de la oscuridad a la gran luz y de la dominación a la redención; así pues, puede entenderse la redención como independencia. Y ¿qué es la independencia para los judíos? El retorno. El retorno a la Tierra Prometida. Incluso habiendo estado el pueblo judío lejos de la Tierra Prometida durante siglos, la Diáspora judaica nunca olvidó su tierra natal. Rezaron continuamente por el final del exilio y la vuelta a Israel bajo autogobierno judío. Bueno, pues, como en el éxodo desde Egipto, la primera gran redención de los judíos, Ari también intenta volver al pasado desde la esclavitud de su corazón, en busca de libertad y redención. Justo al contrario que las autoridades de Israel, que abogan por el olvido frente al retorno.
Parece que la gente y el gobierno de la Israel actual hayan olvidado la masacre en la que sus fuerzas se vieron involucradas, y eso que no han pasado más de veinte años. Israel ayudó a las Falanges Libanesas, también conocidas como la Facción Kataeb, en las matanzas de Sabra y Chatila. Quizás los israelitas no aniquilaran abiertamente a la gente de Palestina entonces, pero su mera presencia allí y la asistencia que prestaron a sus aliados, incluso estando al tanto de los escabrosos detalles de la situación, son razones suficientes para sentirse culpables.
Cuando Ari, el protagonista (y también director) de la película intenta recordar sus experiencias como soldado israelí en las Guerras del Líbano, se sorprende al comprobar que no conserva ningún recuerdo de lo que aconteció en Sabra y en Chatila, donde se supone que él estuvo presente. Comienza entonces un viaje alrededor de Europa en el que se encuentra y entrevista con sus viejos compañeros de batallón para arrojar algo de luz sobre lo que fuera que ocurriera allí; de este modo pretende mitigar su curiosidad, pero, en lugar de esto, el peso que atenaza su corazón crece a medida que se aproxima a la luz.
Tras dos milenios habiendo sido sujetos de persecución por la así llamada responsabilidad de los judíos en la muerte de Cristo, lo último que necesita el inestable Estado de Israel es culpabilidad. Esto podría explicar el intento por borrar ese oscuro capítulo de su historia. Sin embargo, intentar no recordar la masacre de Sabra y Chatila o, incluso peor, intentar justificar la ayuda prestada a las falanges cristianas del Líbano, es un acto que convierte a Israel en una suerte de Poncio Pilatos.
En el Haggadah del Olvido está escrito que Dios transfirió al pueblo judío de la esclavitud a la libertad, de la tristeza a la felicidad, del lamento a la celebración, de la oscuridad a la gran luz y de la dominación a la redención; así pues, puede entenderse la redención como independencia. Y ¿qué es la independencia para los judíos? El retorno. El retorno a la Tierra Prometida. Incluso habiendo estado el pueblo judío lejos de la Tierra Prometida durante siglos, la Diáspora judaica nunca olvidó su tierra natal. Rezaron continuamente por el final del exilio y la vuelta a Israel bajo autogobierno judío. Bueno, pues, como en el éxodo desde Egipto, la primera gran redención de los judíos, Ari también intenta volver al pasado desde la esclavitud de su corazón, en busca de libertad y redención. Justo al contrario que las autoridades de Israel, que abogan por el olvido frente al retorno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Ari representa una parte de la población israelí que quiere elucidar la historia; esta historia que su gobierno ha olvidado debido a algún tipo de amnesia o a un toque mágico. El viaje de Ari llega a su clímax con una inquietante revelación: descubre que sus compañeros y él ayudaron a los cristianos iluminando la ciudad con bengalas mientras ellos estaban ejecutando la matanza. No solo esto, sino que no hicieron nada para pararla; no se enfrentaron a ellos ni ayudaron a la gente inocente que estaba siendo aniquilada. Esa es la causa de la ansiedad de Ari. De la culpabilidad de Ari.
Su amigo le aconseja que no se preocupe por la visión de la playa, argumentando que algunas veces recordamos experiencias que no hemos vivido realmente. Más tarde, cuando Ari descubre el rol de los israelitas en la masacre, el amigo le aconseja que tampoco se preocupe por eso porque iluminar una ciudad con bengalas e incluso no hacer nada para ayudar a los palestinos no les hace culpables de nada. Ellos no hicieron nada; nada bien, pero tampoco nada mal. Este amigo representa al gobierno de Israel y su política del olvido; una política muy sorprendente viniendo de un pueblo que apela a la historia remota para reclamar sus derechos sobre un territorio, su propio estado, y a la historia reciente para considerarse a sí mismos los mártires de la era contemporánea. De hecho, esta memoria selectiva es, creo yo, incluso contraria a los valores de la religión judía.
Al final de la película, Ari sufre una regresión mental total a la ciudad donde la matanza tuvo lugar, justo en el momento en que las familias que habían estado retenidas en el campo de refugiados más cercano, recién liberado, volvían a sus casas y encontraban el horror en ellas. Él estaba presente allí y ahora lo recuerda todo. Pero ¿es esa la redención que perseguía? Yo mismo prefiero no recordar los últimos 30 segundos de esta película, pero puedo decir qué significan para mí: significan que la redención no importa en absoluto. La redención es imposible. Redención es solo una forma de sentirse mejor después de una mala acción. En este caso, las espeluznantes imágenes hablan por sí solas: no puedes sentirte mejor después de esta matanza. Más aún, no importa si las fuerzas defensivas de Israel participaron o no activamente en la masacre; estaban ahí y dejaron a los cristianos que hicieran lo que hicieron. Aquel día trajeron el Infierno a la Tierra con su danza diabólica. Con su vals.
En realidad, yo creo que el judaísmo contempla la falta de sentido de la redención cuando ofrece un camino mejor para luchar contra la culpabilidad: el arrepentimiento de Teshuva. No te sientas mejor, no puedes; reconoce tu error y tus malas acciones y sé consciente de ellas para no repetirlas otra vez. Pero, en fin: antes hay que recordarlas.
Su amigo le aconseja que no se preocupe por la visión de la playa, argumentando que algunas veces recordamos experiencias que no hemos vivido realmente. Más tarde, cuando Ari descubre el rol de los israelitas en la masacre, el amigo le aconseja que tampoco se preocupe por eso porque iluminar una ciudad con bengalas e incluso no hacer nada para ayudar a los palestinos no les hace culpables de nada. Ellos no hicieron nada; nada bien, pero tampoco nada mal. Este amigo representa al gobierno de Israel y su política del olvido; una política muy sorprendente viniendo de un pueblo que apela a la historia remota para reclamar sus derechos sobre un territorio, su propio estado, y a la historia reciente para considerarse a sí mismos los mártires de la era contemporánea. De hecho, esta memoria selectiva es, creo yo, incluso contraria a los valores de la religión judía.
Al final de la película, Ari sufre una regresión mental total a la ciudad donde la matanza tuvo lugar, justo en el momento en que las familias que habían estado retenidas en el campo de refugiados más cercano, recién liberado, volvían a sus casas y encontraban el horror en ellas. Él estaba presente allí y ahora lo recuerda todo. Pero ¿es esa la redención que perseguía? Yo mismo prefiero no recordar los últimos 30 segundos de esta película, pero puedo decir qué significan para mí: significan que la redención no importa en absoluto. La redención es imposible. Redención es solo una forma de sentirse mejor después de una mala acción. En este caso, las espeluznantes imágenes hablan por sí solas: no puedes sentirte mejor después de esta matanza. Más aún, no importa si las fuerzas defensivas de Israel participaron o no activamente en la masacre; estaban ahí y dejaron a los cristianos que hicieran lo que hicieron. Aquel día trajeron el Infierno a la Tierra con su danza diabólica. Con su vals.
En realidad, yo creo que el judaísmo contempla la falta de sentido de la redención cuando ofrece un camino mejor para luchar contra la culpabilidad: el arrepentimiento de Teshuva. No te sientas mejor, no puedes; reconoce tu error y tus malas acciones y sé consciente de ellas para no repetirlas otra vez. Pero, en fin: antes hay que recordarlas.