Miedos es una de esas pelis caseras que uno puede ver haciendo la plancha mental de toda obligación, o bien como la típica musiquilla de fondo para matizar la atmósfera. Con casera me refiero no a sus recursos técnicos, módicos pero nobles, sino a lo que realmente aspira y desde el punto de vista en el que se sitúa.

Mirada adolescente, giros fáciles, la obra parece economizar sobre todo aquello que se pueda preciar de "imaginativo". No es que carezca de ella, es que simplemente se poseen fórmulas y se las aplica convencional y funcionalmente: un hoyo en el sótano que dá andá a saber adonde lleva, fantasmas clásicos (con mucha influencia del terror oriental desde los movimientos y las apariencias), una moraleja muy vista, cocinada para la ocasión, actuaciones inexpresivas (lo cual refleja el poco interés que tuvo Dante por las cuestiones periféricas) y secuencias que remiten a otras pelis a partir de una postura más de homenaje austero que de plagio.

Imposible elevarla más de la cuenta, imposible dilapidarla porque su parca honestidad y su falta de todo tipo de compromiso resulta contundente, Miedos se construye a sí misma y luego se vuelca en una bolsa de gatos mientras nos saca una sonrisita. Su módico, humilde objetivo.