Uno de los elementos más interesantes de la obra de Ernie es como va introduciendo el plano fantástico dentro de la historia: a ritmo meticuloso, ese mismo ritmo del que la peli hace uso en todo el visionado. De todas formas, se deja ver esa manufactura artesanal y a pesar de estar realizada sobriamente sigue transmitiendo ese tufillo a peli de sobremesa que no le viene en gracia.

El tufillo se hace patente, a diferencia de otras pelis, no tanto por sus recursos técnicos sino por el aire amateur con que está llevada la trama: sobre explicaciones que quedan redundantes, reacciones que no van acordes al sentido común o lo que usualmente se espera como causa y efecto, etc. El plano fantasioso, si bien que hilando fino se deja ver a los pocos minutos de iniciada la peli, y la recurrencia tardía sobre el mismo es lo que salva a esos tonos grisaceos que se escurren de entre las cámaras.

Por su parte, Cuba, insisto, es un actor que debe, él mismo se lo debe replantear, estar para más.