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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Juan Rúas:
7
Drama. Intriga Texas, año 1963. Butch Haynes (Kevin Costner) es un peligroso e inteligente asesino que se ha escapado de la cárcel en compañía de otro preso. Durante la huida ambos se ven obligados a tomar como rehén al joven Philip (T.J. Lowther), un niño de ocho años que vive con su devota madre, Testigo de Jehová, y sus dos hermanas. El Ranger Red Garnett (Clint Eastwood) y una criminóloga (Laura Dern) irán sobre la pista de los fugados, al tiempo ... [+]
14 de enero de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás de lo mejor de Clint, director que no se encuentra entre mis preferidos (quizás por eso no le otorgo más de un digno siete) pero que con esta anodina, para la crítica, peli...pues realmente la ha pegado. De ladrones y policias se trata la cosa, pero con un pibe en el medio. Pibe que canaliza ese factor emocional y que, de no contar con su presencia, esta obra no habría pasado del mero cine genérico.

Lo importante aquí es que la química ladrón-rehén funciona, dando lugar a salpicados brotes de ternura que realmente conmueven por su sencilla honestidad. Un mundo perfecto encuentra su título a partir de una visión irónica y pesimista de la vida, visión explícita y sin consesiones de un director no apto, por suerte, para la sutileza y que encuentra su razón de ser dentro de la peli auto otorgándose ese rol de policia seco que tan bien la sale. Ahora bien, me debato sobre la polarización "poliladrón" que exhibe el film, cuando en realidad los únicos que tienen algo para decir son el preso y el pibe. La policía es cartón pintado de no ser por esa (¿necesaria?) intervención final políticamente correcta que echa por tierra los pequeños filtros transgresores que se veían en torno al debate sobre si robar está bien o mal. Un mundo perfecto desliza su faceta nihilista, pero atenuándola con el realce de viejos valores olvidados, la función del padre en una familia, etc, y bla bla. El mismo argumento desplaza toda lectura política al recargar las tintas sobre la relación de ese dúo en tanto padre/hijo, y se encarga de "poner las cosas en su lugar" luego de no animarse del todo a lanzar las granadas.

Técnicamente impecable, Clint, no obstante, no puede con su propio demonio. Sus reflexiones sobre la ley y el orden siempre se presentan riquísimamente ambiguas. Pero nunca se atreve a fusionar las miradas maniqueas. Por eso mismo, Eastwood no logra nunca evitar su propia división personal.
Juan Rúas
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