Hoy en día, das una patada y te salen 1000 películas. La mayoría malas. Perdón, malísimas. Tanto que preferirías comer con las noticias que con esa película. Y te decantas por un director cuyo estilo te dice algo o por un actor cuyos gestos te atraen, cuya mirada te resulta verosímil o cuya intrepretación se adapta al guión y no al actor. Una vez encontrados te conoces toda su filmografía y te alegras de que haya actores o directores semejantes que te permitan pasar unas horas agradables viendo lo que tu consideras arte.
Lo curioso de esta obra es que Robert Redford no es ni de lejos mi actor predilecto, a Paul Newman le he visto casi siempre en lo que he considerado un papel único y de George Roy Hill solo he visto una película más aparte de esta. Estas circunstancias me hacen atribuirle a esta obra maestra todavía más mérito: el director lo borda, los actores no podrían haberlo hecho mejor y el ambiente conseguido es fabuloso. Después de verla te quedas tranquilo, disfrutando hasta el último segundo de la música espectacular, (que curiosamente mucha gente la tiene de timbre de móvil sin saber que viene de aqui) y recordando que Hollywood, desde mi punto de vista y al contrario de lo que algunos piensan, tiene algunos guiones muy buenos y sabe relatar historias de forma única.

Recomendación: ver esta obra, pero verla relajado sin tener que salir corriendo en cuanto acabe, si la podéis ver en V.O. todavía mejor (aunque los dobladores hacen un magnífico trabajo)