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España España · Almería
Voto de Gabriel Ufa:
7
Drama. Romance Nick Donati, un mánager de boxeo, descubre en un hotel a Ward, un botones que logra noquear a un peso pesado que estaba molestando a Louise, la novia de Nick. Nick le ofrece al chico entrenarlo para hacer de él un boxeador profesional. Ward acepta y se hace llamar 'Kid Galahad'. Las cosas se complicarán porque un tipo sin escrúpulos se interpondrá en los planes de Nick. Además, Louise empieza a sentirse atraída por Ward, pero éste se ... [+]
7 de septiembre de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada a principios de 1937, justo después de que Bette Davis terminara “La mujer marcada”.
Trata de un camarero (Wayne Morris) que por casualidad es llamado para trabajar en la fiesta organizada por un promotor de veladas de boxeo, Donati (Edward G. Robinson) y su novia, Fluff (Bette Davis). Fiesta en la que casi dan ganas de entrar y tomarse una copa.
Donati está enfrentado con Turkey (Humphrey Bogart), su rival. En un pequeño altercado, Wayne golpea a un matón de Bogart, con tanta rotundidad que causa sensación.

La película se mueve en los ambientes pugilísticos (comienza con un combate) y las apuestas, como un claro antecedente de la excepcional “Cuerpo y alma” de Rossen.

La obsesión de Edward G. Robinson es crear, desde su puesto de manager, a un campeón del mundo de los pesos pesados. “Tienes dinamita en tu derecha, muchacho”, le dice a su pupilo.
La dirección de Curtiz es vigorosa y efectiva. Se atisban someramente la influencia de los emergentes medios de comunicación.

Con respecto a Wayne Morris, me ha parecido un actor bastante limitado, aunque se puede excusar por ser su debut en cine.
Otra cuestión a tener en cuenta es la pareja Edward G.-Bette Davis. Si bien ella ha sido emparejada con todo tipo de actores –desde Charles Boyer en “El cielo y tú”, pasando por Herbert Marshall en “La carta”, hasta el apuesto Errol Flynn en “Las hermanas”-, aquí probablemente cuente con una de sus partenaire más atípicos. Quizá por eso ella es una buena chica y él, aunque rudo y mandatario, está lo suficientemente edulcorado para resultar comprensivo.

Posiblemente sea una de las películas donde podemos contemplar a una Bette Davis más atractiva (29 años), vistiendo trajes de fiesta y diseños escotados. Incluso se la puede ver en plan “star”, cantando “The moon is in tears tonight” (aunque no sea su voz), tendida sobre un piano, en una escena para el recuerdo.

Después de dedicarme a ver y hacer críticas de películas de Bette Davis (esta es la octava), he constatado que siendo más o menos estridente, sobreactuada, contenida o excesiva, furiosa o resignada, angelical o demoníaca, no puede decirse que esté mal en ninguna película. Puede que sea una “boutade”, pero con todas sus intromisiones en guiones, sus discusiones con directores y su fama de actriz difícil, sin duda, Bette Davis es un magnífico “animal cinematográfico”. Cuando se pone tras la cámara, rinde “como ella sola”, sin duda, una “mujer marcada” para ser estrella de cine.

El mayor valor del film es juntar en un mismo film a tres monstruos de la interpretación: Bogart, Davis y Robinson.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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