Esta película es tan colosal e insuperable como el mismísimo DiCaprio (nunca le olvidaré como Jordan Belfort). Es realmente impresionante que una película de 3 horas no decaiga, vaya a más, nos regale gags memorables (la escena de la cocina, por favor; el canto de McConaughey) y que aún nos sumerja en ese mundo noventero en donde "todo" valía hasta que te pillaban. Ahora se sigue robando aunque de una manera aparentemente más "sutil". Y lo que el verdadero Belfort se callaría de la historia. Aún así, es literalmente imposible decir que no has disfrutado. Grandiosa, épica y desenfrenada.