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Voto de Strhoeimniano:
8
Drama Vassili es un hombre que se prostituye. Un día, encuentra un joven inconsciente en el bosque y lo lleva a su casa. Se convierten en amantes y cómplices. Se dedican a robar la cartera de sus clientes. Pero cuando aparece la policía, se verán obligados a escapar de París. La huida comienza... (FILMAFFINITY)
24 de abril de 2013
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Vassili es un chapero de más 30 años, un pecado mortal en el mundillo de la prostitución masculina, que cada día encuentra más dificultades para ganarse la vida ante clientes ávidos por carne fresca y joven. Una noche encuentra a un jovencísimo Angelo inconsciente en un bosque y se decide a ayudarlo llevándolo a casa. Este encuentro los lleva a vivir un amor que los convertirá no solo en amantes incondicionales, sino también en cómplices de un viaje en el que el horror, presente en su vida como chaperos, no encuentra fronteras.
Gaël Morel, aquel encantador actor que descubrimos en “Los juncos salvajes,” es el responsable de la escritura y dirección de esta notable película. El mérito está en no salirse del renglón. Me explico: en sí, estamos ante una historia de amor “fou”. Esta parte está claramente reflejada en la película. La relación entre ellos es sublime, de entrega absoluta e incondicional; pero al lado de este paraíso, linda el infierno. Primero, los personales. En el caso de Vassili (Stéphane Rideau, actor que ya colaboró con Morel en otras películas), ese infierno es la propia lógica de la vida: el paso de los años. Ese viaje, que en los primeros tramos te coloca en el centro del luminoso escaparate para tu mejor adoración, para después, casi sin transición, arrinconarte en el cuarto de los desperdicios como un trasto viejo ¡¡de 30 años!! De hecho, hay una crítica muy acerada contra este sino ineludible de la cultura “queer.” En un momento dado, Vassili dice: “A los gays nos ocurre como a los perros con la edad: la multiplicamos...” El otro infierno que rodea este paraíso, es la propia noche, la clientela que los busca. Vassili mantiene con esta una relación amor/odio. Sabe de su necesidad, de que es el único camino para conseguir dinero; pero a la vez, cuando se encuentra con ciertos tipos, su instinto, asesino o justiciero pues Gaël Morel sitúa argumentos para que estos crímenes sean vistos desde esta doble perspectiva, actúa. Hay que aclarar que Vassili no es un psicópata. No mata por matar; mata por el rencor y el odio que le produce el “sentir gay;” sentir que despacha con: “Es como los demás… Igual que todos.” Todo lo que odia de él, y de los demás pues él también forma parte del mundo gay, es la espoleta que prende esta ceremonia del horror. A su lado, como amante y cómplice, Angelo (Dimitri Durdaine), un joven sin pasado que aún no ha cumplido la veintena, pero que encuentra en Vassili la protección y el amor que busca. Un acierto de Morel es no abandonar esta pareja. En cualquier otra película, una vez cometido el primer crimen, habría un espacio para los “buenos” (los policías); sin embargo, aquí asistimos de un crimen a otro sin que estos “buenos” perturben el desarrollo de la historia. Otro acierto es cierta melancolía que se desprende de los personajes. Todos y cada uno de ellos, saben que los “paraísos” son efímeros. Un encuentro que Vassili mantiene con una gran amiga de su juventud durante la huída que emprenden, lo ilustra muy bien cuando le dice: “Todo lo que conocías ya no existe.” Esto carga a la historia de un dramatismo anunciado. De igual manera igual que se han perdido otros paraísos que ya han vivido… este presente también dejará de existir.
En resumen, una película cruda y nada complaciente, que merece ser vista y saboreada.
Strhoeimniano
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