Película que intenta entrar de modo irónico, cómico y modernete en el mundo de los camareros de un restaurante, lo que da para que en un día pasen por la zona todos los tópicos posibles. Lo primero que llama la atención es el superavit de trabajadores del restaurante, cada cual más extraño y estúpido que el anterior. Tiene, cómo no, sus chistes escatológicos y su humor guarro, sus buenas dosis de chicas guapas y tíos hablando de sexo todo el tiempo. Ryan Reynolds (una vez más, y van...) realiza una interpretación de patada en el culo, vuelve a aparecer Anna Faris que está en todas partes últimamente y en general (salvo el siempre interesante Luis Guzman) el reparto pasa inadvertido ante la nadería de la propuesta. Si bien el enfoque no es del todo acomadaticio tampoco es ni por mucho original y uno aunque se ría un par de veces acaba pidiendo la cuenta.