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Voto de Benjamín Reyes:
4
Comedia. Drama Mike Todd, un excéntrico productor de Broadway, llega a Los Ángeles con un proyecto de película bastante descabellado, La vuelta al mundo en 80 días, con el que quiere sacudir el star-system de Hollywood. Mario Moreno es un cómico que se gana la vida en las carpas de la Ciudad de México. Su personaje Cantinflas lo lleva a volverse un ícono del cine mexicano, y uno de los personajes más importantes de la industria fílmica. Sus caminos se ... [+]
23 de abril de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he dicho -provocando estupefacción entre mis diversos interlocutores- que el personaje de Cantinflas no tiene nada que envidiar al de Charlot. Los dos crearon un personaje universal, de orígenes humildes, que ha permanecido en el tiempo. El primero representaba el mundo hispano y el segundo el anglosajón. La única diferencia es que las películas de Mario Moreno Cantinflas son más bien mediocres y en las de Charles Chaplin se pueden contabilizar varias obras maestras. Ahí está el detalle.
“Cantinflas” llega con dos años de retraso a España con respecto a su estreno en el resto de países latinoamericanos. Su principal reclamo es que está protagonizada por Óscar Jaenada. No es fácil encarnar a un mito y Jaenada ofrece una interpretación correcta sin llegar a las cotas de mimetismo que alcanzó con Camarón de la Isla. Jaenada presenta con acierto las dos caras del personaje: la de cómico y la de empresario.
Eso sí “Cantinflas” en sí presenta bastantes deficiencias. Su tono demasiado amable juega en su contra. Así como elegir como hilo conductor el filme “La vuelta al mundo en 80 días” (1956) -una de las escasas películas que rodó Cantinflas en Hollywood y que le reportó un Globo de Oro-, porque Mario Moreno se convirtió en la voz del pueblo mexicano con sus endiablados requiebros lingüísticos, que tenían el objetivo no solo de hacer reír al respetable sino hacerle reflexionar sobre diversos aspectos sociales.
Cantinflas supo caricaturizar al “pelao”, claro exponente de la clase baja mexicana, y dotarlo de corazón para lanzar sus mensajes de calado social sin adoctrinar. Por ejemplo, en “El analfabeto” (1960) defendía la importancia de la educación, en “Si yo fuera diputado” (1951) la honradez en la política o en “Un día con el diablo” (1945) ofrecía una reflexión sobre la institución del ejército.
Un personaje como Cantinflas (1911-1993) se merecía una mejor película que ofreciera un análisis más profundo de su vida y no unas simples pinceladas sobre su biografía, que incluyen sus duros inicios en las carpas ambulantes, cómo afectó su éxito profesional a su vida personal o su acciones como líder sindical. No en balde, la Real Academia Española incluye en su diccionario el verbo “cantinflear”: hablar o actuar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada con sustancia.
Benjamín Reyes
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