La película es, a todos los efectos, el paradigma de la típica españolada. El esquema argumental es como un western campestre con rivalidades amorosas, sólo que aquí en vez de hacendados, vaqueros, cantinas con mujeres de alterne y pistoleros hay señoritos andaluces, gañanes, cortijos, cafeterías copleras y navajeros. Lo cierto es que ni los propios actores parecen encontrarse cómodos en sus papeles, como si no se identificaron demasiado con sus personajes, salvo alguna excepción. En particular, la protagonista femenina está muy lejos de dar el nivel. Con todo, la impactante fotografía en blanco y negro, los encuadres y el clásico plano americano le dan el suficiente interés a la cinta para considerarla apreciable.