No hay nada que no sea lo esperado. La película está en línea con la primera entrega, con sus mismos gags y parecida trama. Steve Martin podrá gustar o no pero no se puede negar que su caracterización es efectiva. A parte de su imitación de Peter Sellers (sin llegara a su nivel), es capaz de disfrazarse de papa, de torero o de lo que haga falta, emulando a Mortadelo y Filemón. Su papel sale reforzado al estar arropado por actores de la talla de Jean Reno, Andy García o Jeremy Irons. El atractivo del film, aparte de los chocantes gags, más o menos afortunados, se apoya en los bellos exteriores de París e Italia y en la espléndida banda sonora, no sólo el eterno tema original de Henry Mancini.