Media votos
6,9
Votos
2.816
Críticas
33
Listas
2
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de AlbertoVP:
10
7,0
56.759
Thriller. Drama. Comedia
Hollywood, años 60. La estrella de un western televisivo, Rick Dalton (DiCaprio), intenta amoldarse a los cambios del medio al mismo tiempo que su doble (Pitt). La vida de Dalton está ligada completamente a Hollywood, y es vecino de la joven y prometedora actriz y modelo Sharon Tate (Robbie) que acaba de casarse con el prestigioso director Roman Polanski. (FILMAFFINITY)
1 de septiembre de 2019
7 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
8 años. Ése es el tiempo que ha necesitado el nuevo Hollywood para convertir a Cliff Booth en una vieja gloria según la jipi Pussycat. 8 años en los que el antiguo Hollywood, encarnado por Bruce Dern, ha olvidado a sus hijos. ‘No te recuerdo, pero me ha conmovido tu visita… Te has acordado de mí. Ahora me vuelvo a dormir’, le dice el anciano a Brad Pitt en una frase que parece glosar la naturaleza de este film tan parecido a una ensoñación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Porque en lo último del director de Reservoir Dogs el comienzo del fin se sitúa 8 años atrás. Es el tiempo que ha necesitado la izquierda política para someter a Occidente a su perversa ideología bien subvencionada por el sistema capitalista. Una perversión que aquí tiene el rostro de un Charles Manson revelado como el contraplano terrible de la inocente mirada de Sharon Tate, el eco perpetuo de un flashback atravesado por una censura feminista que desprecia la presunción de inocencia y la interferencia provocada por la antena que sólo un machirulo puede arreglar.
En 8 años hemos pasado de cuestionar lo tradicional a sacarlo de la ecuación, porque admirar la traditio (lo que nos explica, pues es lo que nos es entregado desde el pasado) es de polla-vieja. En ese espacio de tiempo, Hollywood, auténtico nido de la hipocresía izquierdista, ha arrasado con el antiguo orden para imponer otro de obligada asunción para todo aquel que realmente desee un mundo mejor. Por eso el Rancho Spahn ya no es un sitio para hombres, sino para niñatas feministas que han trocado los tiros por abracitos cargados de sororidad y las cabalgadas por patéticos paseos dirigidos por una horda de odiadores con disfraz de pacifistas.
‘¡Spahn no es el ciego. Tú eres el ciego!’, le grita Pussycat a Cliff Booth justo antes de que la jauría de bobas empiece a chillar. El absurdo berrido es perfectamente reconocible para cualquiera que haya oído las proclamas feministas de moda. Es el territorio de la Pussy Generation, la infantiloide generación así bautizada por el actor de Spaguetti Westerns más famosos del mundo. Aquel que le dio la Palma de Oro a Quentin Tarantino hace ya 25 años. Un Clint Eastwood que parece haber dejado en Cliff Booth mucho más que una derivación del acrónimo de su nombre.
Este Rancho Spahn está gobernado por una perversión que convierte en clones a todas esas niñatas… y niñatos. Porque aquí también hay espacio para los aliados feministas, tan seguros de sí mismos en el rancho como asustados en la casa de Rick Dalton. ‘Soy el diablo y estoy aquí para hacer las cosas del diablo’, le dice con voz temblorosa Tex Watson a Cliff Booth en el asalto final. La frase, que ha pasado tristemente a la posteridad, es aquí motivo de burla. ‘No, ese no era tu nombre… era algo más chorra… algo como… Dex…’, le espeta Brad Pitt al acongojado asesino. En ese momento Tex le apunta con su arma y Cliff, en un acto reflejo, hace lo propio con su dedo para configurar uno de los planos más elocuentes de este film de naturaleza especular: los criminales-pacifistas-feministas que vienen a acabar con los actores que enseñan a matar porque, según Pussycat, ‘asesinan a gente en sus estúpidos shows de televisión mientras otros mueren cada día en Vietnam’, viven inmersos en una realidad paralela.
También la puedes leer en: https://hombreblandengue.wordpress.com/2019/08/31/feminismo-tarantinita/
En 8 años hemos pasado de cuestionar lo tradicional a sacarlo de la ecuación, porque admirar la traditio (lo que nos explica, pues es lo que nos es entregado desde el pasado) es de polla-vieja. En ese espacio de tiempo, Hollywood, auténtico nido de la hipocresía izquierdista, ha arrasado con el antiguo orden para imponer otro de obligada asunción para todo aquel que realmente desee un mundo mejor. Por eso el Rancho Spahn ya no es un sitio para hombres, sino para niñatas feministas que han trocado los tiros por abracitos cargados de sororidad y las cabalgadas por patéticos paseos dirigidos por una horda de odiadores con disfraz de pacifistas.
‘¡Spahn no es el ciego. Tú eres el ciego!’, le grita Pussycat a Cliff Booth justo antes de que la jauría de bobas empiece a chillar. El absurdo berrido es perfectamente reconocible para cualquiera que haya oído las proclamas feministas de moda. Es el territorio de la Pussy Generation, la infantiloide generación así bautizada por el actor de Spaguetti Westerns más famosos del mundo. Aquel que le dio la Palma de Oro a Quentin Tarantino hace ya 25 años. Un Clint Eastwood que parece haber dejado en Cliff Booth mucho más que una derivación del acrónimo de su nombre.
Este Rancho Spahn está gobernado por una perversión que convierte en clones a todas esas niñatas… y niñatos. Porque aquí también hay espacio para los aliados feministas, tan seguros de sí mismos en el rancho como asustados en la casa de Rick Dalton. ‘Soy el diablo y estoy aquí para hacer las cosas del diablo’, le dice con voz temblorosa Tex Watson a Cliff Booth en el asalto final. La frase, que ha pasado tristemente a la posteridad, es aquí motivo de burla. ‘No, ese no era tu nombre… era algo más chorra… algo como… Dex…’, le espeta Brad Pitt al acongojado asesino. En ese momento Tex le apunta con su arma y Cliff, en un acto reflejo, hace lo propio con su dedo para configurar uno de los planos más elocuentes de este film de naturaleza especular: los criminales-pacifistas-feministas que vienen a acabar con los actores que enseñan a matar porque, según Pussycat, ‘asesinan a gente en sus estúpidos shows de televisión mientras otros mueren cada día en Vietnam’, viven inmersos en una realidad paralela.
También la puedes leer en: https://hombreblandengue.wordpress.com/2019/08/31/feminismo-tarantinita/