Pasado, presente y futuro. Amor, distancia y nostalgia.

Jia Zhang Ke ambienta su filme en estos tres puntuales años, en cada uno de ellos se cuenta una historia distinta, pero es unida por los personajes que se desenvuelven en ella, además que tienen esas tres últimas palabras de la primera línea de este texto en común.

En 1999 narra una historia de amor, o de desamor según donde se vea. Tao (Tao Zhao) deberá decidir entre dos jóvenes que desean su amor, mientras uno trabaja en una mina de carbón, el otro tiene una posición económica mucho más acomodada.

En 2014 la distancia comienza a hacer mella en los personajes, el fruto de sus decisiones se ve reflejada, personajes que vuelven para terminar siendo ausentes, otros desaparecen con retoños de por medio, todo desarreglado.

En 2025 la nostalgia es la latente, un personaje que entiende que su madre está ahí, en algún lado, otra que aparece tiene su propia nostalgia, como si todos en esta vida tuviéramos algo de ella. Algo se busca arreglar.

Pero ciertamente el amor, la distancia y la nostalgia están presente a lo largo de cada una de las historias, en lo que vemos en pantalla y en todos los años que no se ven en pantalla, ¿acaso la vida no se vive con esa melancolía?

Jia Zhang Ke es considerado uno de los realizadores chinos contemporáneos más importante de la actualidad, sin embargo, su nombre no es conocido por estas latitudes frente a otros cineastas del gigante asiático, y es realmente una pena.

Shan he gu ren es consecuente en la forma de hacer cine de este realizador, un cineasta crítico de su país (con situaciones que se pueden extrapolar a nivel mundial). Aquí los cambios económicos, sociales y culturales se pueden apreciar de forma amplia gracias a que como se ha hecho mención, la obra se desarrolla desde 1999 hasta 2025.

Los cambios económicos de China son uno de los puntos más criticados a lo largo de la carrera de Zhang Ke, la salvaje incursión capitalista que ha logrado un desarrollo en el país, pero a costa de los más necesitados (e incluso de la ecología). Aquí entra el asunto social, el crecimiento económico es desmedido para unas personas y nulo para otras, esto es evidente en los personajes de la película.

Mientras que el aspecto cultural, la pérdida de identidad y las costumbres propias, es el principal punto del último relato, el sentido de emigrar para buscar una mejor condición de vida, el desliz que esto va a traer entre los adultos que emigraron y sus hijos que crecen en una cultura tan distinta a la suya, donde incluso el idioma termina siendo una barrera entre generaciones.

Shan he gu ren es una película que se teje a un ritmo lento, la primera parte presenta un triángulo amoroso hasta inocente, no se conocen bien los personajes e incluso se puede ver como una extensa introducción, no en vano, el nombre de la película aparece hasta terminado este primer tracto. En la segunda parte, el contexto que se presenta nos deja conocer a fondo los personajes, pero sin entorpecer el relato con subtramas innecesarias.

Esto es algo muy valioso en Zhang Ke, ciertamente pasan muchos años entre una historia y otra, pero no se siente el peso de esto, nunca se pierde el hilo de lo que se está contando, podemos imaginar detalles que sucedieron en todo ese tiempo, nuestras ideas se acuerpan mediante sutiles revelaciones de acontecimientos importantes, el espectador es participe del filme.

Detalle importante: como está manejada la historia del largometraje, puede incomodar a algunos, porque el protagonismo dentro del filme va moviéndose de un lado a otro según la época, el director-guionista deja de lado personajes, olvidados en todo ese tiempo, otros aparecen muy poco luego del paso de los años, pero, ¿acaso no es así la vida? ¿Cuantas personas se quedan para siempre con nosotros?

Película notable, de un realizador al que hay que seguir la pista.